–¿Qué le parece ir a última hora a El Alto?
–Para jugar en las alturas, solo tenemos dos opciones. La primera, es llegar tres horas antes del partido desde algún lugar cercano de donde será disputado el juego, pretendiendo evitar los efectos del descenso de oxígeno en la atmósfera. La segunda, la cual hoy día es poco practicada, es realizar un entrenamiento de adaptación a las alturas, para lo cual necesitaríamos de al menos dos a tres semanas de tiempo. En ambos casos, ninguno te asegura una mejoría significativa del desempeño, pero la segunda es la más valedera, pues se consigue un mejor control del balón.
–¿Cuál es el efecto de la altura en el organismo del jugador y en el balón?
–Teniendo en cuenta como referencia que Asunción se encuentra a 200 m del nivel del mar, y que El Alto se encuentra a 4.150 m, los síntomas que podemos esperar abarcan desde simple dolor de cabeza o muelas hasta irritación bronquial, sensación de ahogo, fatiga, dificultad para conciliar el sueño. En cuanto al esférico, al haber menos oxígeno en la atmósfera, el balón sufre menos fricción en su trayectoria, generando más parábolas y además se siente más liviana.
–¿Qué antecedentes tenés en la altura integrando la Selección Paraguaya?
–En lo que refiere a jugar en La Paz, Bolivia, para la Clasificatoria de Corea-Japón 2002, jugamos contra Brasil en nuestro suelo, con positivo resultado, luego sacar un empate en la altura contra Bolivia con un equipo mixto, entre jugadores quienes se habían preparado 22 días previos al día de juego y otros quienes no realizaron dicha aclimatación. Para Alemania 2006, hice un mejor trabajo, pero el resultado fue adverso 2-1 contra Bolivia.