Por Víctor Hugo Bogarín
Un 10 de octubre de 1990, Olimpia celebraba en tierras guayaquileñas su segundo título de la Copa Libertadores. Tras empatar 1-1 con Barcelona de Ecuador, los franjeados aseguraban la corona continental, apoyados en la ventaja de dos goles conseguida en la ida en Asunción, gracias a los tantos de Raúl Amarilla y Adriano Samaniego.
Los grandes protagonistas de aquella noche fueron Luis Alberto Monzón, Raúl Vicente Amarilla y el arquero legendario Ever Hugo Almeida, quien se lució al detener un penal decisivo durante el partido. Esa camada de jugadores logró un hito histórico que ningún otro equipo ha igualado: llegar a tres finales consecutivas de la Copa Libertadores (1989, 1990 y 1991), un récord que ni siquiera el mismo Olimpia pudo repetir en otra época.
Así, el Decano cerraba un año inolvidable, coronando una gran campaña en la Libertadores y consolidando su estatus como uno de los clubes más importantes del fútbol sudamericano.