Pasaron los XVIII Panamericanos de Lima, Perú 2019, en donde Paraguay alcanzó su cifra histórica de conquistas (5 medallas), entre ellas el histórico primer oro. Los profesionales del golf y el tenis marcaron la diferencia en el grupo nacional. Jugadores que compiten en el millonario circuito rentable del WTA y PGA y LPGA fueron los artífices de una memorable presentación.
Durante la competencia, se notó la jerarquía de los consagrados en el campo y del porqué semana tras semana se pulsean en torneos de alto valor.
Analizando a los demás deportes, el vóley de playa hizo realidad su sueño en el estreno panamericano, ocupando la séptima posición. Las guaraníes se llevaron aplausos en la costa del Pacífico y despiertan la atención hacia una disciplina que tuvo saltos de calidad en los últimos tiempos.
El patinaje artístico y el remo (Javier Insfrán), también brindaron destacada labor, quedando muy cerca del podio (cuarta posición). En hipismo y esquí náutico también se peleó en ronda final por una medalla. Otras disciplinas que pueden ser apuesta importantes para el próximo ciclo olímpico. Estas finales deben de dejar mensajes a la dirigencia, mirando a futuro.
FUERZA RENOVADA. Lima 2019 fue el resurgir de Camila Pirelli, que rugió con fuerza, dejando atrás lesiones y frustraciones, para renovar fuerzas y seguir. En lanzamiento de jabalina, Laura Paredes quedó fuera de la final. La experiencia servirá de mucho para el crecimiento de una joven lanzadora, que fue autocrítica con su desempeño en la pista (algo poco común en las derrotas), actitud que hace notar signos de ambición. En maratón, Derlys Ayala sigue descontando segundos y traza camino con seguro rumbo a Tokio 2020.
En la natación, Benji Hockin a sus casi 33 años demostró de que sigue siendo el buque insignia y que continúa dando pelea en los grandes acontecimientos deportivos, pero a su vez urge instalar un proceso evolutivo que permita a las jóvenes promesas tener mayor protagonismo, para que el recambio no tenga impacto negativo y que la natación no termine con el “fenómeno Hockin”, que se instaló ya hace una década.
CON LAS MANOS VACÍAS. El tenis de mesa fue la gran decepción. Marcelo Aguirre y Alejandro Toranzos arribaron a la cita con chapa de candidatos al podio. Desaciertos en el juego ante Argentina (a Toranzos se le escapó la victoria con un 5-0 a favor en el tercer punto) derrumbaron las chances de pelear por el podio. El corazón no basta y eso refleja en la brecha de jerarquía a favor de los extranjeros, que fue amplia.
El fútbol femenino era la gran esperanza de pelear uno de los primeros puestos. La clasificación invicta a semifinal invitaba a soñar, ronda en donde la ausencia de experimentadas desembocó en errores fatales y el proyecto se quedó con las manos vacías.
El baloncesto femenino tuvo su bautismo panamericano en Lima, 2019, logrando una primera victoria (ante Islas Vírgenes para definir últimas posiciones). En fase inicial la diferencia de categoría fue amplia, y no alcanzó con la presencia de la internacional Paola Ferrari. La enseñanza apunta a proyectar un desarrollo serio y con tiempo de preparación, para arribar a las competencias con algo más que “lo justo para dos tiempos”. Quemar etapas competitivas, e ir subiendo escalones nos permitirá ganar mayor prestigio.
A 11 meses de los Tokio 2020, los Panamericanos de Lima 2019 marcan una tendencia. Sigue siendo utópico buscar algo más en la cita mundial que una digna participación y otra vez recaerá en el fútbol masculino (que se juega la clasificación a los JJOO en enero), pelear por una medalla Olímpica.
Se debe direccionar el trabajo y empezar a arriesgar a un recambio generacional, con el fin de sumar experiencia y que esa base sirva de trampolín para los próximos desafíos. El roce internacional en las jóvenes figuras es el único camino para cambiar la mentalidad de competición, para ir ganando protagonismo, buscando romper la barrera de categoría que nos separa de los demás, para instalar al deporte nacional de una vez por todas en definiciones importantes.