Sin embargo, el caso del presidente de Deportivo Recoleta, Luis Vidal –quien con 51 años se convirtió la pasada semana en el jugador más longevo en pisar el césped de un estadio de Primera División del Paraguay– trasciende el espectáculo de lo folclórico para ubicarse en los libros de historia.
Estamos, pues, entre el espectáculo y la historia en este asunto de Vidal. Espectáculo, hay que decirlo, en el peor sentido. Típico de los tejemanejes del fútbol paraguayo que, a semejanza cultural, no se diferencia en estas expresiones de otros ámbitos sociales del “país de los amigos” que es el Paraguay. En Monumental 1080 AM, Vidal informó que es un futbolista habitual, registrado y, por ende, elegible. Al parecer, no deja de tener razón desde el punto de vista “técnico”. Pero ¿es realmente elegible Vidal, en el sentido del riguroso profesionalismo del fútbol actual, ese al que, según nos asegura la Asociación Paraguaya de Fútbol, nuestra liga local ha llegado hace ya tiempo? No parece serlo desde el punto de vista ni de las estadísticas ni de la seriedad.
Además de que no supera la decena los casos debidamente documentados de jugadores que, a lo largo del mundo, siguen o siguieron en activo hasta hace poco en algún club de Primera División, todos los demás (como el del consabido japonés Kazuyoshi Miura) han sido o son futbolistas profesionales a tiempo completo; es decir, siempre han vivido de esto. No es el caso de Vidal, quien desde hace tiempo es un empresario del sector del transporte y la logística, condición a la que llegó no mediante su carrera como futbolista de un par de equipos de Primera (Sol de América y Luqueño) durante también un par de temporadas, un poco en los 90 y otro poco en los 2000.
Este es el nudo central del asunto: se trata del acaudalado presidente de una institución que, en una posición de poder, ocupa el lugar de alguien que se dedica a esto únicamente. Hay más bien una cierta dosis de exotismo, por ser benévolos, y además afán de figuración de parte del presidente que quiere mudar el club de su asiento original y epónimo en el barrio Recoleta, a otra ciudad: Luque. En las mesas de un bar asunceno, tengo un amigo sexagenario que fue 10 de Recoleta en Segunda División hace muchos años, socio y habitante natal del barrio: detesta a Vidal.
Hay que decir que, ante el generalizado silencio de los futbolistas o, peor, la entusiasta aprobación del “exotismo técnico” de Vidal en el establishment de la APF y los medios de comunicación en general, dentro del ámbito hubo una voz sensata y, por sobre todo, crítica: la del también longevo futbolista, pero no de Primera División, Santiago Salcedo. El goleador histórico del fútbol paraguayo nos suele acostumbrar con la inteligencia y pertinencia de sus intervenciones públicas, y esta vez no fue la excepción. En la 970 AM, se mostró contrario al carácter “histórico” del dato de Vidal, oponiendo el caso al de Roque Santa Cruz: “No es nada contra nadie ni mucho menos, ni por si acaso luego, vi en las redes que decía histórico, histórico, pero a mí no me parece histórico eso. Histórico es que Roque haya hecho un gol con 44 años, jugando activamente, entrenando, lesiones, no lesiones, victorias, derrotas, empates, qué se yo”.
Después de todo, este es el fútbol paraguayo en el que debutó en Primera División Sebastián Marset, un nombre solo de repente olvidado y desconocido en los movidos pasillos donde gobierna Robert Harrison.