Por Víctor Hugo Bogarín - @Diariokue
–“¡No te distraigas de tus estudios!”
Le gritaba su madre, Calixta Moreno, cuando lo veía llegar sucio luego de jugar fútbol de la canchita.
Aurelio González provenía de una familia de principios estrictos, indudablemente, jugar al fútbol lo tenía prohibido. Pero eso no fue un impedimento para que aquel niño desafiante y soñador desistiera; de alguna manera debía llegar a la cancha.
Recordamos a una de las grandes leyendas del Olimpia y de la Selección Paraguaya a pocos días de recordarse una fecha más de su nacimiento.
Nacido un 25 de setiembre de 1905 en la ciudad de Luque, González comenzó su carrera en el Club General Aquino de su ciudad natal, uno de los tres clubes que luego, al fusionarse, dieron vida al Club Sportivo Luqueño en 1921, y entonces pasó a jugar allí. Pero por su gran calidad, fue transferido al Olimpia donde se consolidó como un delantero fenomenal e ídolo de los aficionados. Considerado como uno de los mejores jugadores que vistió la casaca franjeada de la historia.
Fue parte de la Selección Paraguaya que participó en la Copa Mundial de 1930 en Uruguay. Un año antes, había jugado el Campeonato Sudamericano realizado en Argentina, en el que se consagró máximo goleador del torneo, alcanzando Paraguay el segundo lugar. Goleador fenomenal que pausó su carrera para defender al Paraguay en la contienda Chaqueña (1932-1935). Volvió, dirigió al Olimpia y lo sacó campeón en múltiples ocasiones.
EL MOTE DE GRAN CAPITÁN
En aquel recordado Sudamericano de Selecciones disputado en Buenos Aires en 1929, Aurelio González fue goleador y eso llamó la atención de clubes porteños. Fue así que recibió propuestas del Racing Club y el San Lorenzo de Almagro para ir a jugar, pero él se negó rotundamente. Fue en ese momento en donde nació su total amor a la camiseta franjeada.
A los 90 años, Aurelio, poco antes de fallecer, estando en silla de ruedas y con pérdida de memoria a raíz de un derrame, solo preguntaba por Olimpia. Se dice también que cuando veía a alguien con la camiseta franjeada se ponía a llorar. Un día un amigo le preguntó ¿por qué le recordás tanto a Olimpia si ha sido ingrato contigo? Le respondió: La historia del Olimpia no podrá ser escrita sin mi nombre. Aurelio Ramón González Benítez pasó a la historia como el Gran Capitán, y ese título se queda pequeño.