En una noche de auténtico naufragio del centro del campo de tres del Juventus, formado por el francés Adrien Rabiot, el uruguayo Rodrigo Bentancur y el galés Aaron Ramsey, falto de ritmo y brillantez, demasiado previsible a la hora de repartir balones, el Inter selló un triunfo rotundo para dar un golpe en la mesa en la lucha por el “Scudetto”.
Lo hizo con un fútbol organizado, con una defensa sólida y una prestación excelente de sus volantes, Vidal y Nicoló Barella, para castigar las indecisiones defensivas de un Juventus que, eso sí, no pudo contar con el holandés Matthijs De Ligt, el brasileño Álex Sandro, el colombiano Juan Cuadrado ni el argentino Paulo Dybala.
Fue Barella quien ofreció, a los doce minutos de partido, un perfecto centro desde la banda derecha que Vidal cabeceó con contundencia tras adelantarse al brasileño Danilo, para firmar su segunda diana consecutiva, tras la de penalti firmada entre semana al Fiorentina.
El chileno, exjugador del Barcelona, no lo celebró como forma de respeto por su pasado en el Juventus, con el que conquistó cuatro títulos ligueros entre 2011 y 2015.
El Juventus tocó mucho el balón, pero sin velocidad y no pudo encontrar espacios en la atenta zaga interista, apoyada de forma constante por los medios y los dos laterales, el marroquí Achraf Hakimi y el inglés Ashley Young.
Solo la falta de pegada del argentino Lautaro Martínez y del belga Romelu Lukaku, quienes perdonaron dos veces al meta polaco Wojciech Szczesny, impidió que el equipo de Antonio Conte se fuera al descanso con una ventaja mayor.
En el Juventus, Pirlo decidió no hacer cambios tras el descanso y su equipo volvió a cometer los mismos errores, favoreciendo a un Inter que logró el 2-0 con un rápido contragolpe, aprovechando una grave distracción defensiva de su rival.
El defensa Alessandro Bastoni dio un gran pase largo a Barella, quien controló el balón tras una carrera de más de cuarenta metros y fulminó a Szczesny con un potente derechazo que acabó al fondo de las mallas rozando el larguero.
La sonrisa amarga del portugués Cristiano Ronaldo, quien no tuvo manera de ser decisivo, pese a que, nada más empezar el partido se le anulara un gol por claro fuera de juego anterior de Federico Chiesa, resumía la impotencia del Juventus.
Fue entonces cuando Pirlo apostó por unos cambios. Dio paso a Federico Bernardeschi, al estadounidense Weston McKennie y el sueco Dejan Kulusevski, pero ya era demasiado tarde para evitar una dura derrota, que complica notablemente sus ambiciones de retener por décimo año consecutivo el título.