20 oct. 2025

Un golazo de Szoboszlai reafirma al campeón

No están del todo finos todavía el Liverpool y el Arsenal, más intensos que precisos, más insistentes que lúcidos, aplacados entre sí en el desafío total de Anfield hasta el golazo de falta directa de Dominik Szoboszlai, que premió la segunda parte del vigente campeón y derribó el espíritu de resistencia de su oponente.

FBL-ENG-PR-LIVERPOOL-ARSENAL

Agónica victoria del Liverpool este domingo.

DARREN STAPLES/AFP

Minuto 82. Más allá de 20 metros. Una falta centrada. El preciso media punta húngaro, este domingo lateral derecho, agarró el balón, se quedó solo para el lanzamiento, tomó carrera y golpeó de forma espléndida. Por potencia, por efecto, por colocación, por cómo superó la barrera y por cómo se alojó junto al poste, rebote incluido. Una falta perfecta.

Inalcanzable para David Raya, que suspiraba impotente cuando pensaba en el gol encajado. No hubo forma de atajarlo. Para entonces, el Liverpool era mejor que el Arsenal, encomendado al repliegue. Lo fue toda la segunda parte, aunque sin apenas ocasiones. No lo necesita con pateadores como Szoboszlai para sostener el único pleno ya en la Premier después de tres jornadas. Ni el Tottenham ni el Arsenal logran mantenerlo.

No están a pleno rendimiento aún ni Liverpool ni Arsenal. Nadie discute su condición de favoritos al título, pero aún les queda tiempo y trabajo para ajustarse del todo. Hay nuevas piezas en sus estructuras aún en adaptación. Martín Zubimendi, en el equipo londinense, aún interviene poco, por momentos es insustancial. Igual que Gyokeres. No así Madueke, a buen nivel, también con una aclimatación más sencilla porque ya jugaba en Inglaterra.

En el vigente campeón, el fichaje más alto económicamente del verano, Florian Wirtz, por 125 millones de euros desde el Bayer Leverkusen, se mueve bajo la duda permanente. Sus apariciones son circunstanciales, como si el juego no fuera con él. Incluso también le ocurre a Hugo Ekitike, 95 millones de euros desde el Eintracht. O al lateral Milos Kerkez.

Una mera cuestión de tiempo en cada uno de ellos y en los dos equipos, enfrentados demasiado pronto en Anfield, a un ritmo vertiginoso, pero incontrolable. A tantas revoluciones, el partido pareció por momentos un barullo ingobernable, para uno y para otro, reducidos de ocasiones y fútbol en el primer tiempo. Un barullo evidente.

Un tiro de Gakpo fuera, una volea de Madueke repelida por Alisson, un par de remates contra sus rivales de Timber y Calafiori… Y nada más. Nada claro, nada concluyente, nada a la altura del fútbol ofensivo que desprenden habitualmente dos de los bloques más imponentes de Europa, reforzados con fichajes de 300 millones cada uno este verano.

Sin Saka ni Odegaard, el Arsenal es menos Arsenal, por más que la entidad de sus sustitutos sea indiscutible (Madueke en el caso del extremo y Mikel Merino en el del centrocampista), igual que el Liverpool es menos Liverpool cuando no aparece Salah en ataque, con esos pasitos cortos, desbordantes y esa visión inigualable cuando encara. Dominik Szoboszlai, también uno de sus recursos ofensivos, jugó de lateral derecho.

Madueke fue el jugador ofensivo más lúcido del Arsenal, enfrentado a Kerkez. El duelo más atractivo del partido, más de lo mismo en el comienzo de la segunda parte. Van Dijk ganó el enfrentamiento individual contra Gyokeres. No se vio apenas a Salah. Ni a Martinelli. A ninguno en su expresión habitual. Las defensas por encima de los ataques.

De repente surgió Wirtz, con una volea con la izquierda que despejó David Raya a duras penas. El rebote le quedó a Ekitiké, en fuera de juego. Su posición invalidó la jugada que desembocó en varios rebotes y en un gol anulado. Una advertencia para el Arsenal, más presionado por el Liverpool, mucho más incómodo, tan lejos del otro área y la victoria.

Mikel Arteta movió fichas, reformó su medio campo, dio recorrido a Odegaard e impulsó la primera ocasión a su flamante último fichaje, Eberechi Eze. Soluciones de urgencia. Era el momento del Liverpool. Necesitaba más el Arsenal, replegado. Aún quedaban más de 20 minutos. Cada vez se sentía mejor el equipo de Arne Slot, más constante en ataque y ganador por el fenomenal lanzamiento de falta de Szoboszlai. Nueve de nueve puntos.

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