El desparpajo con que el de Maracaná debutó en las Eliminatorias entusiasma tanto que esperamos contagie al resto del equipo en los próximos partidos y junto a otros, en quienes creemos (como el caso de Diego Gómez, Julio Enciso, Almirón, los dos Rojas, y los más experimentados) puedan llevar adelante ese hoy muy pesado barco llamado Selección Nacional.
Lo de Sosa es la ratificación de su excelente momento en el fútbol argentino. Su habilidad y velocidad dejaron en ridículo al peruano Luis Advíncula, el jugador del Boca Juniors, quien se vio obligado a frenarlo con infracción, por lo que fue expulsado. Ese juego atrevido de Sosa, lastimosamente, no se contagió en el entrenador Barros Schelotto, el único quien no entendió que al equipo le hacía falta un segundo 9 (González por Balbuena, quizá, y no por Ávalos) para forzar a la defensa rival.
Y si de grandes dilemas albirrojos hablamos, este se refiere al cambio de estadio en las Eliminatorias. ¿Por qué? Abandonamos lo que ha sido un bastión, el fortín albirrojo como el Defensores, donde los rivales sucumbían históricamente. ¿Para qué? Argumentos valederos no se han brindado en la APF.