No vamos a juzgar la actitud porque se intenta, pero no alcanza. Con las ganas simplemente no llegamos. El equipo sigue partido entre los que defienden (defensa y mediocampo)y los que intentan atacar (el 9 elegido, Sosa y por ahí Almirón). Tenemos jugadores, pero no equipo, buenos nombres que se ponen la albirroja y se diluyen . El equipo es inofensivo. Los “atacantes” no dañan. No hay inventiva, ni creación ofensiva, ni los pelotazos largos que antaño daban sus frutos, ni siquiera las pelotas paradas y el juego aéreo que eran armas poderosas. Perdimos todo aquello.
Muchos piden un 10 (Enciso está lesionado y por este año no se podrá contar con él), un asistidor como Kaku Romero. Porqué no. Quizás sea la solución, quizás no. Necesitamos a un Almirón metido que se junte y se sume al fútbol solitario de Sosa. Que los laterales desborden y que los volantes acompañen y se sumen al ataque.
No es Almirón el primero ni el último que sufre éste “síndrome de la selección”. De hecho en los últimos años ha afectado a toda una generación, jugadores como dirigentes , que sólo cosecharon la amargura del fracaso, algo que necesitamos revertir urgentemente. Nuestro león guaraní anda herido , desorientado, peleando solo. Es necesario que ataque en manada, que cada presión lo haga de a dos o de a tres no de a uno. Ahora estamos fuera de la clasificación (seis van al Mundial y uno al repechaje), sin marcar un solo gol en tres partidos. Y lo que es peor, casi sin llegar al arco rival. ¡Asusta!
Eso puede cambiar, pero urge que el equipo además de ganas se atreva a romper esta cadena de la derrota porque en los últimos años nos hemos acostumbrado a perder. La pelota está en campo de los jugadores.