“El presidente de la Conmebol tiene muchas cosas de las que preocuparse antes que hacer ese tipo de bromas”, lamentó el jugador del Newcastle en una rueda de prensa en Brasilia, en vísperas del partido contra Colombia por las eliminatorias sudamericanas.
Guimarães censuró también la gestión del máximo órgano del fútbol sudamericano en el caso de racismo que sufrió el joven delantero brasileño del Palmeiras Luighi Hanri, quien compareció ante las cámaras de televisión llorando después de un partido de la Copa Libertadores sub-20 contra Cerro Porteño, cuya afición le llamó mono.
“El castigo a Cerro Porteño, para mí, fue una falta de respeto tremenda”, expresó.
Guimarães evitó extenderse en sus críticas a la Conmebol por miedo a una sanción con la Canarinha, pero pidió a la entidad “cumplir la ley definitivamente” en los casos de racismo.
La Conmebol castigó el episodio con una multa de 50.000 dólares al club paraguayo. Fue entonces cuando la presidenta del Palmeiras, Leila Pereira, sugirió que los clubes brasileños deberían unirse a la Concacaf, la confederación norteamericana, si la Conmebol no consigue cohibir el racismo en los estadios.
El lunes, durante el sorteo de la fase de grupos de la Libertadores, Domínguez convocó a las federaciones y a los Gobiernos sudamericanos a una reunión para enfrentar el racismo de forma conjunta, pero sus posteriores declaraciones asociando a los clubes brasileños con Chita eclipsaron todos los esfuerzos.
“Eso sería como Tarzán sin Chita, imposible”, afirmó el jefe de la Conmebol a los periodistas al ser preguntado sobre una Copa Libertadores sin equipos brasileños, que han dominado la competición en los últimos años.
Ante el revuelo generado, Domínguez se disculpó este martes, en un comunicado compartido en sus redes sociales, por haber usado una “frase popular” con la que, aseguró, no tuvo “la intención de menospreciar ni descalificar a nadie”.