Luego de 36 años de la última consagración, los jugadores de la selección argentina encabezaron una caravana sin fin, que paseó por Buenos Aires la Copa del Mundo, ante unas cuatro millones de personas enloquecidas de felicidad e identificadas plenamente con el logro de los futbolistas comandados, en la cancha y la caravana, por Lionel Messi.
El capitán y los suyos habían arribado en la medianoche bonaerense con una réplica exacta del verdadero trofeo entregado en Qatar. Acunando entre sus manos, ofrendaron a los argentinos de todas las edades y géneros la Copa.
De hecho, la ida de los jugadores desde el aeropuerto al complejo de la AFA en Ezeiza ya fue acompañada por miles de hinchas en la madrugada.
Sin embargo, fue desde el mediodía que los hinchas pudieron seguir el paso de los jugadores por un itinerario que fue cambiando conforme fue avanzando la caravana hacia el Obelisco, a donde finalmente no pudo llegar a través de la gigantesca marea humana.
Lionel Messi, Lionel Scaloni y Rodrigo De Paul, grandes protagonistas de la gesta, subieron entonces a un helicóptero que sobrevoló la zona para saludar desde lo alto a la multitudinaria fidelidad de la hinchada argentina.