El combinado dirigido por Valeri Karpin no jugaba en territorio ruso desde que aplastara en noviembre de 2021 a Chipre en la fase de clasificación del Mundial de Qatar (6-0), que finalmente no disputó al ser excluido por la FIFA.
Los rusos, que recibieron el domingo a su rival en el espectacular Gazprom Arena de San Petersburgo, fueron incapaces de doblegar a la modesta selección iraquí en la primera parte, en la que los árabes fueron incluso mejores.
Los dos goles llegaron tras el descanso. Primero, Antón Miranchuk aprovechó un rechace del portero y después Piniáev anotó el segundo en jugada personal.
El once inicial de los locales apenas presentó futbolistas de renombre, con la excepción de Obliakov del CSKA o Sóbolev del Spartak Moscú.
Karpin ya había adelantado que introduciría cambios en relación con el equipo que empató esta semana en Irán (1-1), donde ya no pudo contar ni con sus principales estrellas, Golovín (Monaco) y Alexéi Miranchuk (Torino), ni con su capitán Dzhikiya.
Ante los malos resultados, Karpin se mostró dispuesto a dimitir si así lo decide la Unión de Fútbol de Rusia, aunque argumentó que el principal motivo del bajo rendimiento de sus jugadores es principalmente psicológico.
Ante el ostracismo internacional y la falta de rivales con los que jugar, los rusos disputaron en septiembre de 2022 un partido amistoso en Kirguistán (1-2) y en noviembre empataron sin goles en Tayikistán y Uzbekistán.
Por todo ello, la Unión de Fútbol de Rusia (UFR) se plantea abandonar la UEFA y jugar en Asia, propuesta que ha provocado un acalorado debate nacional.
La UFR teme que la exclusión de su selección le impida participar también, además de en la Eurocopa de Alemania, en la fase de clasificación para el Mundial de 2026, que se jugará en EEUU, México y Canadá.
Karpin, que renovó recientemente su contrato como seleccionador hasta 2024, apoyó la idea de que los brasileños del Zenit, Malcom y Claudinho, que recibieron recientemente el pasaporte ruso, puedan jugar con la selección rusa.