Kylian Mbappé lo cambió todo. El delantero francés, que aceleró de forma milagrosa los plazos de recuperación de su lesión para estar con el PSG en la ida de los cuartos de final de la Champions League contra el Bayern de Múnich, insufló a su equipo aliento, les hizo soñar con el empate y les dio esperanzas de que pueden clasificarse dentro de tres semanas en Alemania.
El jugador de 24 años dejó patente que en este PSG está hueco sin su concurso, pero que se convierte en una arma peligrosa cuando cuenta con su delantero.
Las estadísticas no mienten. Con Mbappé, el PSG gana tres de cada cuatro partidos y sin él apenas el 45 % de los duelos. Los parisienses sufren sin su referente, y frente al Bayern de Múnich, que les asestó la quinta derrota del año, la tercera consecutiva, dieron una muestra más.
El equipo de Fabian Galtier, pese a contar con Leo Messi o Neymar, es un equipo sin alma, sin espíritu, que estuvo a merced del Bayern durante una hora de juego, que se llevó un gol pero pudo dar las gracias a su guardameta Gianlugi Donnarumma de que el marcador no fuera escandaloso.
Pero la entrada de Mbappé les dio un nuevo rostro, les hizo creer en sus opciones y colocó durante unos minutos al Bayern al borde del precipicio, desorientado y sin entender qué les estaba pasando.
Sus aceleraciones ensalzaron a la grada del Parque de los Príncipes, llenaron la mochila de esperanza. El equipo francés, que tiembla cuando llega Europa, ha encontrado un héroe por el que luchar, que les anima a creer en sus opciones.
El propio futbolista se encargó de elevar la esperanza de los suyos.
“Hemos demostrado que podemos crearles dificultades, pero para eso necesitamos que todo el mundo esté en buena salud”, aseguró nada más terminar el encuentro, como si necesitara con sus palabras mantener la llama alta de un equipo que, hasta su entrada en juego, parecía desprovisto de opciones de herir al Bayern.
El PSG era un ser inerte en manos de los germanos y Mbappé les dio vida, suficiente para que puedan todavía soñar con remontar el gol en contra de Kingsley Coman.
De aquí a entonces muchos interrogantes tendrán que despejarse. Porque resulta incomprensible que un equipo con tantas estrellas dependa tanto de una de ellas, aunque esta sea de la talla de Mbappé.
Del partido tampoco sale fortalecido el entrenador, que se vio superado por su rival y que tuvo que obligar a reaparecer a un jugador convaleciente para tener opciones de clasificación.
El PSG se aferrará a su figura, al jugador que los propietarios cataríes han situado como el centro de su proyecto, por el que lo dieron todo para renovar su contrato y que ahora aparece como su única opción de superar los octavos.
Quedar eliminado en esa fase por segunda temporada consecutiva abriría un abismo que nadie sabe dónde podría acabar.