En Madrid, el 9 de diciembre de 2018, un exitoso River Plate, entonces dirigido por el técnico que le ha dado a sus vitrinas el mayor número de títulos, Marcelo Gallardo, obtuvo su cuarta Copa Libertadores en el mejor de los escenarios imaginables: ante su archirrival, Boca Juniors, y en cancha neutral, lo que permitió que sus aficionados vivieran la gloria mientras los del enemigo sentían el infierno.
En Argentina, país donde la pasión inunda todo -y el fútbol no es una excepción-, hay tantos Clásicos en el balompié local que el River-Boca es denominado ‘Superclásico’ y, cuando se juega, los piques y roces entre sus seguidores son constantes, antes, durante y después del partido.
Por eso, para los Millonarios, la final 2018 es la imagen recurrente para ‘calentar’ a los rivales; para los Xeneizes, lo es el descenso a la ‘B’ (Primera Nacional) de River en 2011.
Córdoba, la segunda ciudad más poblada de Argentina y situada en el centro del país, fue este domingo el escenario de un ansiado reencuentro para completar la fiesta del fútbol que supone un duelo River-Boca en cuartos de final de la Copa de la Liga.
“Nunca fui. Primera vez que vemos un partido con la hinchada de River y la de Boca”, le afirman a la Agencia EFE León y Paco, dos jóvenes seguidores del Millonario, que completaron de madrugada las casi 10 horas que hay en autobús entre Buenos Aires y Córdoba.
Ambos se muestran “muy confiados” y esperan que “sea una fiesta” para la hinchada franjirroja, al tiempo que vaticinan un 3-0 para los de Martín Demichelis, con goles de Facundo Colidio y de Claudio ‘Diablito’ Echeverri.
“Este es el mejor clásico por el ambiente, la cultura y todo seguidor del fútbol en Argentina”, apuntan.
Otro hincha de River, Alfredo, nacido en Jujuy, pero que lleva más de una década trabajando de taxista en Córdoba, destaca la importancia de este evento para la ciudad y resalta: “Poder vivir en el (estadio Mario Alberto) Kempes algo así es hermoso”.
“Es un gusto poder disfrutar otra vez de este clásico con las dos aficiones”, indica y pronostica un 2-1, con goles de Colidio y Pablo Solari para los suyos.
En un país tristemente marcado por la violencia de las ‘barras bravas’ en el fútbol, los ‘Superclásicos’ ligueros dejaron de juntar a las dos aficiones más grandes del país suramericano tras la prohibición de acceso de la afición visitante de todos los equipos en 2013, cuando un hincha de Lanús murió en los alrededores del Estadio Único de La Plata.
“Hemos venido justamente por eso, porque van a estar las dos hinchadas, y eso hace mucho tiempo que no pasa. Creo que va a ser un lindo evento”, le indican a la Agencia EFE Sergio y Valentina, que llegaron en avión este sábado desde Mendoza.
Seguidores de Boca Juniors, reconocen que tienen “mucha rivalidad con ellos” y destacan que la victoria de su equipo será por 2-0, “con dos goles de (el uruguayo Edinson) Cavani”.
Durante todo el fin de semana, y especialmente desde primeras horas del domingo, lugares emblemáticos del corazón de Córdoba, como la Iglesia del Sagrado Corazón o el Parque Las Heras-Elisa, se llenaron de amarillo y azul, por un lado, y de rojo y blanco, por otro.
La alegría y la tranquilidad eran la nota dominante que se respiraba en sus calles, algo que había intentado instalar días antes el presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), Claudio Tapia: “Somos rivales, no enemigos”.
Por ello, no fue raro ver a Bosteros y Millonarios paseando juntos.
A medida que se acercó la hora del encuentro, el público se iba acercando al estadio que honra a la figura que levantó la primera Copa del Mundo para Argentina en 1978 y separando sus caminos por precaución: los de River por un acceso y los de Boca, por otro.
Eso supuso el pistoletazo de salida para los cánticos que explican al rival por qué su equipo es el más grande: los fans del Xeneize citaron la “mancha imborrable” del descenso y los del Millonario se relamieron con el título de 2018: el del ‘Superclásico’ más importante de todos los tiempos.
Hoy, cinco años, cuatro meses y 12 días después, Córdoba vivió una ‘Superfiesta’. EFE