Ayer un gran grupo de argentinos volvió a juntarse en la puerta del hotel Jassim, una especie de sucursal de la Universidad Nacional de Qatar, donde se aloja el grueso de la delegación de dirigentes de la AFA.
Muchos sin entradas para el partido de la final, se aglomeraron ahí para pedir. La FIFA había anunciado que pondría a la venta un remanente de 10 mil boletos, sin embargo, hasta las últimas horas de anoche no pudieron conseguir.
Muchos están desesperados por encontrar ese ansiado boleto. “Estaba por comprarle a un iraní en 2.500 dólares y después me pidió 4.700. Es imposible pagar eso”, le dijo un aficionado al diario Clarín de la Argentina.
De la concentración de la Selección Argentina se marcharon al mercado central de Doha, el Souq Waqif, donde los albicelestes hacen su ritual antes de los partidos.
Una gigantografía de Messi coqueteaba con una enorme bandera con la imagen de Maradona y la Copa. Los hinchas argentinos, caracterizados con el ruido de siempre, que para los efectivos de seguridad pasan a ser una atracción. Se quedan mirando a un lado para vivir el retumbar de los clásicos cánticos rioplatenses.