No dio tiempo a una celebración excesiva porque poco después de que Japón lograra un histórico triunfo ante Alemania, los protagonistas abandonaran el terreno de juego y se despoblara la grada, los seguidores de Japón fueron a lo suyo, a lo que tocaba, y dedicaron unos cuantos minutos a limpiar el estadio.
No es manía de unos cuantos sino algo intrínseco en su propia cultura. Pero los fans de Japón se afanan al término de los partidos en retirar la basura de su alrededor. Sacan de sus mochilas bolsas de plástico, de color azul, y depositan en ellas cualquier desperfecto abandonado en los asientos, caído en el suelo.
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Así ocurrió una vez concluido el duelo frente a Alemania. Tenían un gran motivo de jolgorio y de alegría. Cuestión de educación, de hábito. Aunque ya no sorprende tanto.
La imagen de los aficionados nipones que se ha hecho viral ya llamó la atención en Rusia 2018. En Qatar 2022 la historia se repite y fue más allá.
Este gesto del ciudadano japonés irrumpió en el partido inaugural entre Catar y Ecuador, en el estadio Al Bayt. Fue la primera vez que se vio. Sorprendió que los aficionados orientales se ocuparan de adecentar esa parte del recinto en un encuentro en el que no participó su selección. Pero presentes en la tribuna, espectadores, siguieron al pie de la letra el dictado de sus conciencias.
El ejemplo japonés salió a la luz ya en Brasil 2014 y se repitió en Rusia 2018, sobre todo en el estadio de Rostov, donde se vivieron imágenes especialmente llamativas. Tras sufrir ante Bélgica una dolorosa derrota, los aficionados dejaron de lado la decepción para asear el interior del estadio.
El comportamiento del seguidor no se refleja solo en la grada. La selección nipona sobresale, además de por su entusiasmo en el césped y la capacidad de sorprender a equipos como Alemania, por la limpieza y la pulcritud con la que dejan el vestuario después de cada partido y antes de abandonar el recinto.