Un pelotazo largo surca la Vieja Olla, Neymar emprende la carrera, el balón pica en el césped y se eleva hasta que Pedro Benítez logra cabecear hacia Diego Barreto, quien se tropezó y permitió el segundo gol de Santos. Corría solo 20 minutos, ya era el 2-0 en contra, en aquella semifinal de la Copa Libertadores del 2011 que marcará definitivamente al portero.
Esa noche, Barreto bajó del altar de los ídolos y fue marginado por los hinchas a la zona de los resistidos de por vida. Pasaron los años, la marca caliente sigue ahí, quemando por dentro a Diego Barreto y a cada seguidor azulgrana.
En medio de un asado, con Paparrilla, el ex arquero tocó el sensible tema y dejó una confesión terrible. “El peor partido fue contra Santos, ese fue fuerte”, comenzó diciendo. ¿Querés borrar?, le preguntaron. “Put… más vos atajando y sos hincha del club. Te golpea 10 veces más”, respondió.
Diego Barreto venía de ser la descomunal figura de Cerro Porteño, que anhelaba llegar a su primera final internacional, pero ese objetivo quedó muy distante en una media hora fatídica marcada por su inolvidable error.
“Son las reglas del juego, en ese momento me tocó a mí, aguanté la bronca y seguí para adelante. Duele, porque teníamos un equipo increíble. Veníamos súper bien, embalado. En Brasil hicimos un partidazo, tapé muchísimo, pero esto es así, son cosas de fútbol”, agregó.
SU PASO A OLIMPIA
En otro momento, el arquero también habló de su pasó a Olimpia, el rival más ferviente de Cerro Porteño. “Yo soy cerrista, lo que pasa que trabajo es trabajo, yo soy profesional. A veces se entiende eso, a veces no. Todos somos fanáticos, en mayor o menor porcentaje, por eso da gusto el fútbol”, refirió.
El lambareño, formado profesionalmente en el Ciclón, ganó cinco títulos con la camiseta azulgrana. En el 2015, tras problemas con su renovación, dejó el club y fichó por Olimpia desatando descontento de proporciones inimaginables en el barrio.
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En Para Uno levantó el título 40 y fue a festejar en graderías Sur con los integrantes de la barra. Ese episodio convirtió en misión imposible pensar en cualquier tipo de reconciliación con los seguidores del club en el que jugó antes en cuatro periodos distintos.