Por Luis Miguel Pascual - Agencia EFE
La última señal de alarma la envió el pasado sábado, cuando, tras ser reemplazado por el entrenador, Thomas Tuchel, en el minuto 69 del duelo contra el Montpellier, mantuvo un cara a cara con el técnico que ha tensado al club.
Mbappé vive en la contradicción de dos mensajes. Mientras la dirección le hace ver que él es el eje central del proyecto, en el día a día es tratado como uno más, sin los favores que gozan otras de las estrellas del equipo.
Una sensación que no es nueva y que el atacante no quiere ocultar tras su juventud. Sobre todo porque a dos años y medio del final de su contrato con el PSG y en plenas negociaciones de renovación, sabe que se encuentra en un momento clave de su carrera deportiva.
Es ahora cuando todavía conserva cartas en su mano para pedir el trato que cree que merece. Si alarga su contrato, como desean los propietarios cataríes del club, su capacidad de presión se verá mermada en un país donde no hay cláusulas de rescisión y en una entidad que ya ha demostrado que no deja salir con facilidad a sus futbolistas.
El incidente del sábado pasado es el último de una serie que comenzó en mayo de 2019, cuando la temporada ya había terminado y Mbappé acudió a una gala para recibir el premio a mejor futbolista del año.
Ante la sorpresa general, en el atril aseguró: “Ha llegado el momento de asumir más responsabilidades, en París, si fuera posible. Sería un gran placer. Y si no fuera en París, podría ser en otro lugar, en el marco de un nuevo proyecto”.
La joven estrella enseñaba sus garras y mostraba al club la dirección a seguir. O el PSG del futuro pivotaba sobre su calidad o abandonaba la nave.
Aquella declaración quedó sumergida con el paso de las semanas por el culebrón Neymar y su posible salida en dirección a Barcelona.
Pero el malestar de Mbappé se mantuvo. El pasado 4 de diciembre, durante un partido contra el Nantes, ya protagonizó una pataleta al ser cambiado por Tuchel, quien entonces decidió dejar pasar el caso para no hacerlo más grande.
El jugador persistió en su actitud tres días más tarde, en el duelo de ida contra el Montpellier y, de nuevo, el entrenador alemán no quiso agrandar la herida.
El pasado sábado, sin embargo, Tuchel mostró su autoridad, se encaró con el jugador en una imagen que ha enturbiado el vestuario del PSG.
Mbappé constata que, para el técnico, es más fácil sacarle a él del campo que a otros compañeros, como Neymar o Ángel di María.
Las estadísticas así lo indican. De los cuatro atacantes estrella del equipo, el campeón del mundo es el que más veces acaba los partidos en el banquillo. En lo que va de temporada, Tuchel ha hecho mostrar cinco veces su dorsal “7" en la tabilla de cambios.
Muchas más que el intocable Neymar, que solo ha sido cambiado una vez. Di María ha sido cambiado cuatro y siempre en los minutos finales, a diferencia de Mbappé, que ha sido sustituido apenas superada la hora de juego.
El joven delantero también ha visto cómo en sus declaraciones el entrenador alemán no le trata con la misma mano izquierda que a las otras estrellas. Cuando ha firmado sus mejores actuaciones, Tuchel se ha apresurado a pedir prudencia y a recomendarle humildad. “Tiene que mantener los pies en el suelo”, dijo de él en septiembre de 2018.
El entrenador alemán, que en su etapa en el Borussia Dortmund también bajó los humos a otra joven estrella, Mario Gotze, justifica su comportamiento en la gestión colectiva de la plantilla.