La final no fue brillante y aunque se impuso el Bayern gracias al gol de Benjamin Pavard, el Tigres logró enredar el partido y con un poco de suerte hubiera podido complicar las cosas al conjunto alemán, pero eso a la larga importa poco. Se trata de la coronación de ese proceso que comenzó en 2013.
Desde entonces, cuando el Bayern ganó el triplete con Jupp Heynckes en el banquillo, su dominio sobre la Bundesliga se ha acrecentado.
La conquista de la Copa de Alemania, la Bundesliga y la Liga de Campeones en 2013 había estado precedida de dos años sin títulos. El Bayern nunca antes había logrado ganar la Bundesliga más de tres veces consecutivas. Ahora ha acumulado ocho ensaladeras seguidas, aunque con relevos relativamente frecuentes de entrenador.
Guardiola, que relevó a Heynckes, ganó la Bundesliga en 2014, 2015 y 2016, y después ninguno de sus sucesores ha aguantado dos temporadas seguidas. La cúpula ha sido inmisericorde cuando ve el éxito en peligro.
Carlo Ancelotti fue destituido tras una derrota por 3-0 ante el PSG en la fase de grupos de la Liga de Campeones en 2017 tras haber ganado la Bundesliga en la temporada anterior y fue relevado por Heynckes. Este, tras ganar la Bundesliga, volvió a su jubilación y su puesto fue ocupado por Niko Kovac.
La temporada 2019/2020, que terminó con el triplete que luego se ha convertido en sextete con los triunfos en la Supercopa alemana, la Supercopa de Europa y el Mundial de Clubes, no tuvo un comienzo nada prometedor.
Cuando Kovac fue cesado en noviembre de 2019, tras caer por 5-1 ante el Eintracht Fráncfort, no había nada que hiciera pensar en una temporada exitosa para el Bayern. Había ganado hasta ese momento todos sus partidos en la Liga de Campeones, pero el rendimiento general del equipo -pese a una espectacular victoria por 2-7 ante el Tottenham- hacía ver improbable que ganase esa competición.
Hansi Flick, hasta ese momento segundo de Kovac, asumió el equipo primero como interino. Su falta de experiencia como primer entrenador se olvidó pronto, cuando el equipo empezó a funcionar pese a que hubo un momento en que llegó a decirse que había un problema de fondo, que era que los rivales le habían perdido el respeto al Bayern.
Flick, cuando el equipo se había vuelto intratable en todas las competiciones, solía parar la euforia recordando aquellas críticas para mostrar lo rápido que pueden cambiar las cosas en el fútbol.
Algunas de las cosas que le dieron éxito a Flick ya habían sido probadas por Kovac, como poner a David Alaba como defensa central y a Alphonso Davies de lateral izquierdo. A lo que Flick agregó la recuperación de Thomas Müller, que bajo la dirección de Kovac había sido relegado a la suplencia, y, sobre todo, un elemento psicológico difícil de explicar.
El hecho es que el equipo volvió a creer en sí mismo hasta extremos sorprendentes. Antes del partido de cuartos de final de la Liga de Campeones contra el Barcelona se dijo que tal vez algunos jugadores estaban llevando la confianza a un extremo peligroso. El resultado del partido, 2-8 en Lisboa a favor del Bayern, mostró que la confianza había estado lejos de ser excesiva.
En la semifinal ante el Olimpique Lyon y en la final ante el PSG el Bayern no brilló a ese nivel, pero terminó la tarea. Ya antes había ganado la Bundesliga y la Copa de Alemania.
Esta temporada el Bayern está dominando otra vez la Bundesliga -con siete puntos de ventaja sobre el segundo- y liquidó como un trámite la fase de grupos de la Liga de Campeones.
El lunar ha sido la eliminación de la Copa de Alemania, en la tanda de penaltis ante el Holstein Kiel de la segunda Bundesliga, y está claro que el equipo no tiene, al menos todavía, el nivel de la temporada anterior.
La inexistencia de la pretemporada causó problemas al comienzo y el exceso de partidos parece estar cobrando tributo.