La explicación la ofreció el presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), Marco Polo del Nero, al ser interrogado hoy por la prensa sobre la decisión de la Canarinha de transferir al estadio Arena Corinthians de la ciudad de Sao Paulo el partido con Chile del 10 de octubre próximo por las eliminatorias que inicialmente estaba previsto en el Maracaná.
“El Maracaná aún no está en condiciones de recibir a la selección. Necesitan arreglar los vestuarios, las sillas. Cuando lo tengan en orden, iremos. Realmente está medio abandonado”, afirmó en declaraciones a periodistas el presidente de la entidad rectora del fútbol brasileño.
Brasil, que ya garantizó su clasificación pera el Mundial de 2018, nunca dejó de utilizar el Maracaná para partidos de las eliminatorias sudamericanas y conquistó títulos importantes en este estadio, como la medalla de oro olímpica en agosto del año pasado.
“Tenemos que volver a jugar en el Maracaná, pero yo no soy el dueño del Maracaná. Quien tiene que cuidarlo es el Gobierno, que es el dueño del estadio”, agregó el dirigente.
El estadio que Del Nero considera “medio abandonado” fue sometido a cuestionadas y millonarias reformas antes de los Juegos Panamericanos que Río de Janeiro organizó en 2007, antes del Mundial de Brasil 2014 y antes de los Juegos Olímpicos Río 2017 de agosto pasado.
El pasado lunes el empresario brasileño Fernando Cavendish, propietario de la constructora Delta, confesó ante un juez que pagó sobornos para garantizar la participación de su firma en el consorcio al que le fue adjudicado la reforma del Maracaná antes del Mundial de fútbol de Brasil en 2014.
Cavendish admitió que la empresa Delta fue incluida en el consorcio, con una participación del 30 %, tras el pago de una coima al entonces gobernador de Río de Janeiro, Sergio Cabral, actualmente preso por corrupción.
Las otras dos empresas en el consorcio que se adjudicó las obras de remodelación del Maracaná, las constructoras Odebrecht y Andrade Guterrez, implicadas en gigantescos escándalos de corrupción, también confesaron el pago de sobornos.
Según los fiscales que investigan los desvíos, la reforma del Maracaná tuvo un valor en un 75 % superior al inicialmente previsto, con un costo final de 1.200 millones de reales (unos 387 millones de dólares), pese a que ya había sido remodelado con motivo de los Juegos Panamericanos que Río de Janeiro organizó en 2007.
Sus actuales problemas en áreas internas y en graderíos, que no ha impedido que algunos clubes de Río de Janeiro lo utilicen para partidos del Campeonato Brasileño o de la Copa Libertadores, obedecen a las divergencias que existen entre los actuales concesionarios del Maracaná y el gobierno regional de Río de Janeiro, su propietario.
El consorcio privado que se adjudicó la concesión para administrar el Maracaná, liderado por la polémica Odebrecht, ha manifestado su intención de devolver el estadio por su supuesto elevado costo de mantenimiento, y el gobierno de Río de Janeiro ha rechazado a los posibles interesados que han aparecido hasta el momento. EFE