¿Qué hizo el profe Alfaro para que de un equipo al borde, nuevamente, de la eliminación después de intentar con tres o cuatro técnicos, lo resucite y lo ubique actualmente con 21 puntos compartiendo el tercer puesto con Brasil y Uruguay y a dos puntos de Ecuador que está en segundo lugar?
¿Cree usted que el profe le enseñó a Diego Gómez cómo se patea un tiro libre o un córner?
¿Cree usted que el profe le enseñó a Enciso cómo gambetear y con amagues dejar rivales en el piso aunque por su juventud a veces abuse de este juego individual, porque para él jugar el fútbol sigue siendo una diversión y sigue siendo el mitã'i que juega con sus amigos en la calle o en el baldío del barrio?
¿Cree usted que el profe le enseñó a los zagueros centrales (Balbuena, Gómez, Alderete, Velázquez) como saltar más alto, como cuerpear al centro delantero rival en nuestra propia área o a veces buscando el gol en el área contraria?
¿Cree usted que el profe les enseñó a los laterales defensivos como ir y venir por sus respectivos andariveles (Alonso, Cáceres u otros) quienes a veces están en la marca o apoyando a los delanteros con certeros centros.
¿Cree usted que el profe les enseñó a los mediocampistas, tanto de marca como de creación (Cubas, Villasanti, Galarza, Gómez, Romero, Almirón, Enciso) cómo morder al rival o cómo filtrar una pelota para un compañero?
¿Cree usted que el profe le enseñó a los delanteros (Ávalos, Sanabria, Romero, Pitta) cómo hacer un gol de chilena, como apretar a los marcadores centrales del equipo rival que puedan cometer un error y recuperar el balón .
¿Cree usted que el profe le enseño a nuestro arquero Gatito cómo se puede tapar un balón con destino de red o como enfriar un partido?
¿Cree usted que el preparador físico les enseñó cómo saltar más alto, tener más velocidad o un chute más preciso y violento?
¡Definitivamente no!
Ellos ya lo sabían y entonces por qué con los mismos hombres paraguayos pasaron de ser el equipo casi fuera de la clasificación al equipo más temido de toda Sudamérica en cuestión de pocas semanas.
El profe Alfaro ni sus ayudantes hicieron nada en este aspecto.
¿Cómo entonces hizo el profe Gustavo Alfaro quien vuelve muy competitivo al equipo hasta el punto de ser una de las mejores selecciones de Sudamérica en este momento?
A mí entender el profe sabe que el ser humano es: cuerpo, mente, espíritu. Y el profe vio que en la parte física (cuerpo) todos estaban bien cuidados en sus respectivos clubes y entendió que los mismos hombres con otros directores técnicos anteriores no rindieron, siendo ellos buenos jugadores en sus respectivos clubes entonces se rebuscó de la falla en la dos (mente) o en el tres (espíritu) les hizo un trabajo excepcional apuntalando estos aspectos del jugador paraguayo porque impresiona como un señor muy leído, y estoy seguro de que habrá leído la historia del Paraguay para conocer la idiosincrasia del jugador paraguayo.
El profe sabía que el Paraguay ya llevaba 16 años sin participar en un mundial, o sea que la juventud paraguaya (menor a 20 años) no recuerda haber visto a Paraguay participar de un mundial en un pueblo altamente futbolero (población paraguaya menor a 20 años) más o menos 1,5 millones de personas y el profe les trabajó allí en la mente de cada jugador, los arropó a todos y a cada uno de ellos como un padre hace con sus hijos, y les hizo entender y les convenció que representan a todo un pueblo muy futbolero que sufre y se frustra con la derrota y se alegra con la victoria y que ellos de ninguna manera son menos o inferiores a otro equipo de fútbol del mundo.
Que un partido se puede ganar, empatar o perder lo que no se puede perder, o sea es no negociable la entrega total, la garra, el sacrificio y la solidaridad y les recordó que eran bisnietos, tataranietos o herederos de un guerrero de una raza indolatina que pelearon en una guerra (1865 - 1870) contra tres países Argentina, Brasil, Uruguay donde nuestros últimos batallones estaban integrados por niños menores de 14 años y por mujeres, donde diezmaron nuestra población de hombres y se llevaron gran parte del territorio y es allí donde el trabajo mental más un planteamiento táctico en el que nuestros jugadores se sientan cómodos en realizarlos acorde a cómo somos (defensa fuerte ,mediocampo peleador y ofensiva veloz) sabiendo que no nos sentimos muy cómodos en la tenencia del balón ni en el “jogo bonito” y es ,en este aspecto trabajo mental.
Sí, me saco el sombrero frente al profe Alfaro. Y me animaría a decir considerando la confianza que se tienen los muchachos y los niveles de cortisol, dopamina, serotonina, noradrenalina, que son componentes de los neurotransmisores que la neurociencia conoce y se debe tener ciertos niveles para la competencia que les permita mantener las emociones y afrontar acertadamente las situaciones que el juego presente. No existe ningún equipo que fácilmente pueda doblegarnos en este momento.
También les recordó el profe que somos hijos de guerreros donde sí participaron nuestros abuelos, bisabuelos, tatarabuelos como lo fue en la Guerra del Chaco (1932- 1935) contra Bolivia, donde algunos de nuestros soldados tuvieron que beber su propia orina ante la escasez del agua y la sed, o sea que nuestros futbolistas son herederos de los mismos cromosomas de nuestros guerreros de la Guerra Grande y la Guerra del Chaco. Yo creo que el futbolista paraguayo es un soldado, que bien comandado, está para grandes logros.
Es cuestión de escarbar en cada uno de ellos esta estirpe guerrera, de nunca rendirse, y eso hizo el profe Alfaro. Les recordó el compromiso que tienen con su pueblo. Nosotros no podemos aún imaginar la proyección que tendrá esto fundamentalmente en las formativas de nuestros futuros atletas en los clubes de futbol y en todo los paraguayos de la profesión que fuere que nos permita decir sí podemos, porque nuestra forma de ser, de resistir las adversidades, está encriptado en un mapa genómico paraguayo, ADN paraguayo.
Ahora en el aspecto espiritual valga ver a Diego Gómez crack del fútbol inglés como con una humildad única recibe la bendición de su abuela donde Diego le solicita. “Che tupanoimina, abuela”, o las plegarias que cada jugador realiza antes de cada competencia o en el vestuario encomendándose al ser supremo o tal vez a la Virgen de Caacupé que le dé la fortaleza espiritual en cada juego porque los partidos se ganan o se pierden en un 50% antes de comenzar el juego.
Quiero aclarar que la cita de las guerras de Paraguay (Guerra Grande y la del Chaco) siendo hijo de un exguerrero del Chaco lo hice para resaltar de donde viene la garra guaraní, el sacrificio y la entrega total del jugador paraguayo, sin ánimo alguno de incomodar a nadie en ningún otro aspecto.
O sea una vez que consigamos el balance y se alineen el cuerpo, mente y espíritu, como diría el médico filósofo Deepak Chopra, (indio) seríamos imparables en el mundo.
Para terminar quisiera nuevamente agradecer al profe Gustavo Alfaro y su equipo porque ni él ni nosotros podemos imaginar la proyección que puede llegar a tener lo hecho en la deporte paraguayo inclusive en el ámbito político nacional (porque el humor de la población es muy dependiente del fútbol).
A nuestros futbolistas les diría: Nunca pierdan la humildad porque si así lo hacen, la soberbia es el comienzo del fin, ni la honestidad profesional, ni la garra, ni el respeto hacia el adversario ocasional y así tendríamos asegurada nuestra participación en muchos mundiales, a estas cualidades se les llama valores del ser humano.
Quisiera recordar a quienes nos llevaron tres veces seguidas a los mundiales, pero me parece que en aquel entonces eran los propios jugadores los Gustavo Alfaro del equipo llámese Chilavert, Gamarra, Acuña, Cardozo, Santacruz, Cabañas y otros.
Ya en su momento una autoridad de países extranjeros, en la época de la Guerra Grande había dicho que habría que matar al paraguayo en el vientre dé su madre para evitar la aparición de un nuevo guerrero.
Por Carmelo González Doldán