El duelo contra el Bayern de Múnich será la primera eliminatoria de Champions más allá de la fase de grupos que el Celtic dispute en doce años.
Es la representación de la gran campaña europea de los de Brendan Rodgers, que solo perdieron dos de ocho partidos, siendo estos las goleadas ante Borussia Dortmund (7-1) y Aston Villa (4-2). Con tres triunfos, ante el Slovan de Bratislava, el RB Leipzig y el Young Boys, y los empates frente a Atalanta y Brujas, los católicos se han ganado un puesto en el ‘playoff’.
Líderes en la liga escocesa, con trece puntos de ventaja respecto al Rangers, los de Glasgow van camino de su cuarto título consecutivo y el duodécimo de los últimos trece años.
En invierno, eso sí, perdieron a su mejor goleador Kyogo Furuhasi, que se marchó al Stade Rennes a cambio de la vuelta de Jota, el extremo portugués que destacó en Glasgow y fue reclutado por el fútbol saudí, donde tuvo un mal paso por el Al-Ittihad.
El Celtic también ha perdido a Álex Valle en este mercado invernal. El español estaba cedido por el Barcelona, pero aprovechó la ventana de enero para irse al Como de Cesc Fábregas.
Desde el comienzo de año, este Celtic solo ha perdido dos partidos, ante el Rangers en liga y contra el Villa en la última jornada de la Champions, en un encuentro en el que empataron un 2-0 de los de Unai Emery gracias a un doblete del irlandés Adam Idah, antes de que el Villa sentenciara en la segunda parte y consiguiera el billete directo a los octavos de final.
El Celtic, que nunca ha ganado al Bayern en su historia, no juega una eliminatoria de Champions desde 2013 cuando el Juventus de Turín le doblegó por 5-0 en el total del cruce.
Por su parte el Bayern comienza en el partido contra el Celtic lo que se han llamado las “semanas de la verdad” en las que los dirigidos por Vincent Kompany tienen en agenda clasificarse a octavos de la Champions League, deshaciéndose de los escoceses, y procurar dejar encarrillada la conquista de la Bundesliga con los partidos ante el Bayer Leverkusen y el Eintracht Fráncfort, sus dos perseguidores más cercanos en el torneo doméstico.
En lo que a la liga local se refiere el Bayern tiene ahora cierta renta con ocho puntos de ventaja sobre el Leverkusen. En la Champions League, en cambio, no puede fallar ante el Celtic tratándose de una eliminación directa.
En medio de una buena campaña hay sin embargo algunos aspectos del juego del Bayern que preocupan y que en buena parte explican que no se haya clasificado directamente a octavos de la Champions League al no lograr estar entre los ochos primeros.
La apuesta de Kompany de tener al rival metido en su propio campo y lo más cerca posible de su área implica un gran desgaste físico por la necesidad de ejercer la presión adelantada tras cada pérdida de pelota.
Con todos los jugadores de campo metidos en la mitad contraria, además, cada pérdida de pelota es un riesgo. Los equipos que han sabido aprovecharlo, el último fue el Feyenoord, han sacado frutos de ellos.
El centrocampista Joshua Kimmich -que con Thomas Müller habitualmente en el banquillo se ha convertido en el líder absoluto del equipo en el campo- ha definido el problema diciendo que cuando el Bayern olvida sus principios y reduce la intensidad se convierte en un equipo cualquiera.
En lo personal, Kompany tiene de donde escoger. Las únicas bajas de potenciales titulares son las de Alphonso Davies, por un desgarre -en su lugar en la banda izquierda seguramente jugará Raphael Guerreiro- y Joao Palhinha, por enfermedad, en cuyo lugar, en el doble seis, Kompany suele optar por Alex Pavlovic al lado de Kimmich. Otra variante sería la de Leon Goretzka.