En su charla en la ‘conferencia Richard Dimbleby’, Southgate, técnico de los ‘Three Lions’ entre 2016 y 2024 y una de las personas más populares del Reino Unido, afirmó que cada vez los adolescentes son más “reacios” a hablar o expresar sus emociones y, mientras las “comunidades” del mundo real disminuyen, acuden a internet para llenar ese vacío.
"(Los jóvenes) pasan más tiempo en línea buscando orientación y caen en alternativas poco saludables como los juegos de azar, las apuestas y la pornografía y este vacío se llena con un nuevo tipo de modelo a seguir que no tiene en cuenta sus mejores intereses”, comentó Southgate.
Según el exseleccionador inglés, estos nuevos referentes son, en ocasiones, ‘influencers’ “insensibles, manipuladores y tóxicos” que engañan a los jóvenes para su propio beneficio haciéndoles creer “que el éxito se mide por el dinero o el dominio” y que “el mundo, incluidas las mujeres, está en contra de ellos”.
El exfutbolista dijo que a lo largo de su trayectoria deportiva aprendió que el éxito “es mucho más que el resultado final” y que reside en cómo se reacciona en los momentos difíciles, como el penalti decisivo que falló en la semifinal de la Eurocopa de 1996, cuando Inglaterra perdió contra Alemania en Wembley.
“Ese dolor todavía me persigue hoy y supongo que siempre lo hará. Ese único disparo podría haber definido mi vida, y mucho menos mi carrera futbolística. No lo hizo. Pero sí la forma en que elegí responder”, recordó Southgate.
Precisamente esa acción es el eje de una de las obras de teatro más exitosas de los últimos años en Londres, ‘Dear England’, una reflexión que tiene a un Southgate ficticio como protagonista y que ha promovido el debate en su país.
En ese sentido, aseguró que la creencia y la resiliencia se construyen con las experiencias vitales y se basan en tres pilares fundamentales: la identidad, la conexión y la cultura, unos elementos que marcaron su gestión de la selección de fútbol inglesa.
Southgate explicó que al convertirse en seleccionador de los ‘Three Lions’ trató de definir la identidad compartida del equipo; deshacer la “desconexión” que existía entre los jugadores, los medios y los aficionados e impulsar una cultura que alentaba al conjunto a tomar responsabilidad y donde los errores no eran ridiculizados.
“Fueron estas conexiones y relaciones las que crearon la fe y la resiliencia que nos llevaron más allá de lo que podríamos haber llegado en tiempos realmente difíciles. No solo jugábamos por la insignia, jugábamos el uno por el otro”, añadió.