El exdelantero, considerado por la FIFA como mejor jugador africano del siglo XX y recordado especialmente por su etapa en el Milan, equipo con el que ganó dos ligas en los 90, ha necesitado de dos intentos para convertirse en jefe de Estado.
El primero de ellos fue en 2005. En aquella ocasión fue derrotado en una ajustada segunda vuelta por la actual presidenta, la nobel de la Paz Ellen Johnson-Sirleaf.
Weah se negó a aceptar los resultados de una votación que “fue de todo menos democrática, libre y transparente”, según denunció, pero la presión de la comunidad internacional, que pretendía evitar una nueva crisis en Liberia, le hizo retractarse.
Sin embargo, esta derrota no mermó sus aspiraciones políticas, y en 2011 concurrió de nuevo a los comicios, en esta ocasión como número dos de Winston Tubman, sobrino de William Tubman, el presidente más longevo del país (1944-1971), aunque resultó perdedor una vez más.
Sin embargo, como los grandes goleadores que no se vienen abajo por fallar una tanto importante, Weah perseveró.
En las elecciones de este año, el exfutbolista partió de su cargo de senador por la circunscripción de Montserrado, en la que ganó con un 78 % de los votos ante el hijo de la presidenta, Robert Sirleaf.
Fue precisamente la experiencia de haber derrotado a un político cercano a la Presidencia lo que le infundió esperanza de victoria, aunque los sondeos le advertían en sentido contrario anticipando un nuevo fracaso.
Pero el pasado mes de octubre, en la primera vuelta de las presidenciales, su partido, el Congreso para el Cambio Democrático (CCD) venció en 11 de los 15 condados del país, incluyendo el de Montserrado, el más poblado.
Weah vio campo abierto hacia una victoria que se ha consumado hoy con el 61,5% de los votos obtenidos en la segunda vuelta, en una reedición política de su gloria deportiva.
No obstante, su próximo cometido será más complicado que el de marcar goles al equipo contrario.
Weah deberá continuar con la herencia de Johnson-Sirleaf, bajo cuyo mandato se consiguió la retirada de la misión de paz de la ONU en Liberia, activa desde 2003 a 2016, así como la retirada de todas las sanciones que Naciones Unidas había aplicado al país por el conflicto.
Liberia sufrió dos guerras civiles (1989-1996 y 1999-2003) que costaron la vida a más de 150.000 personas y causaron centenares de miles de desplazados y refugiados, por lo que la labor del nuevo presidente será mantener la paz que tanto ha costado conseguir.
También deberá hacer frente a la pobreza (el 50% de la población vive por debajo de su umbral), eliminar la corrupción y revitalizar la economía, que lleva tres años en contracción, desde que la epidemia de ébola más grave de la historia mató a casi 5.000 personas en Liberia.
“El cambio está en marcha”, tuiteó Weah poco después de saber que será el próximo presidente de Liberia. EFE