En la frialdad de un Parque de los Príncipes desierto, en contraste con el ambiente de fuego que se vivió en la ida, los germanos se mostraron pusilánimes para caer en la misma ronda que el año pasado.
Serán los primeros cuartos que disputará el PSG desde 2016 y los primeros desde que se reforzaron con Neymar y Kylian Mbappé, los dos jugadores más caros de la historia.
Pese a todos los augurios previos que habían hecho temblar al proyecto catarí y habían colocado en el disparadero a su técnico, Thomas Tuchel, el pase a cuartos fue más plácido de lo esperado, sobre todo porque los alemanes apenas opusieron resistencia.
Ni la baja de Mbappé, ausente en el once inicial por anginas pero que salió en la segunda mitad, ni las sanciones de Marco Verratti y Tomas Meunier ni el campo vacío por el COVID-19 frenaron a los franceses.
Tampoco todas las polémicas que despertó la derrota en la ida, las críticas de Neymar al club, las de familiares de jugadores al entrenador, las de los aficionados al equipo que no se privó de una fiesta dos días después de caer en Dortmund.
Con el equipo al borde del precipicio, los jugadores supieron reaccionar y buscar una clasificación que celebraron casi como si hubieran ganado un trofeo.
En el silencio de un estadio con 47.000 sillas vacías, el PSG salió muy conectado en busca de una clasificación para cuartos de final que le faltaba en las tres pasadas temporadas, un periodo muy largo para un club que tiene en Europa puesta toda su voluntad.
Los alemanes, que habían anunciado que saltarían con mentalidad ofensiva al Parque de los Príncipes, dejaron el balón a sus rivales y se parapetaron en una cerrada defensa.
Le costó al equipo francés asentar su juego y encontrar grietas en el esquema germano. Lo hizo Cavani a los 25 minutos servido por Di María, pero el disparo cruzado del “Matador” fue desviado por Bürki lo justo para que el balón se marchara fuera rozando un palo.
Tres minutos más tarde, un córner lanzado por Di María se tradujo en el primer tanto, el 35 de Neymar en Liga de Campeones. El brasileño se benefició de un error de marcaje para abrir el marcador.
El exjugador del Barcelona, que ya había logrado en la ida el tanto de la esperanza parisiense, disputaba su primer duelo a eliminación directa en el Parque de los Príncipes que, desierto, no pudo celebrar su tanto.
Lo hicieron de forma ruidosa los miles de aficionados que se agolparon en los aledaños del estadio, que no pararon de cantar y de celebrar con ruidosos juegos pirotécnicos las jugadas de su equipo.
El tanto, que cambiaba totalmente el panorama del partido, puesto que obligaba a los alemanes a marcar, dejó grogui a los de Favre, que tardaron en reaccionar.
El desconcierto se plasmó en el tiempo añadido en el segundo gol, en una nueva internada por la derecha de Di María, que sirvió a Sarabia, cuyo disparo cruzado fue desviado lo justo por Bernat para engañar al meta visitante.
En busca del gol que equilibrara la eliminatoria se lanzó el Borussia en la segunda parte, mucho más agresivo y ofensivo, al acecho de la meta de Keylor Navas.
Sin crear claras ocasiones, los alemanes buscaron al noruego Erling Haaland, pero el escandinavo de 19 años no tuvo la brillantez que viene demostrando en la competición.
Más voluntarioso que peligroso, el Borussia logró mantener la emoción en el encuentro frente a un PSG que reculó, sobre todo tras la entrada de Mbappé, que buscaba la carrera que le permitiera marcar con espacios.
La salida de Reyna y Brandt en los germanos no les dio más profundidad y, poco a poco, los alemanes perdieron los nervios. A la imagen de Emre Can, expulsado en el tramo final por caer en las provocaciones de Neymar, que acabó con las últimas opciones del Borussia.