El conjunto de Carlo Ancelotti se las prometía felices después de una primera parte en la que el Bayern se marchó al vestuario con un 2-0 a favor tras un gol de penalti del polaco Robert Lewandowski y otro de rebote de Arjen Robben.
El gol del extremo holandés, en el minuto 42 y después de un disparo que golpeó en su compañero Rafinha, que desvió la trayectoria del balón y despistó al portero del Wolfsburgo, parecía sentenciar el choque después del acto inicial.
En él, el Bayern prácticamente sólo creó esas dos ocasiones pese a dominar claramente el partido. El Wolfsburgo, eso sí, se encerró en su parcela del campo de manera ordenada y apenas concedió esas dos incursiones a su rival que, además, llegaron con una pizca de suerte.
La misma que tuvo el Wolsfburgo en la reanudación, cuando redujo distancias con una falta lanzada por Maximilian Arnold que Sven Ulreich, sustituto de Manuel Neuer, no supo despejar con un fallo garrafal que dio esperanzas al equipo dirigido por el técnico suizo Martin Schmidt.
Ancelotti sacó al terreno de juego a James Rodríguez por Robben y el Bayern no mejoró. Siguió atascado en un dominio infructuoso que acabó con el tanto en el minuto 83 de Divavi, que sólo llevaba diez minutos en el campo y aprovechó un centro de Paul Verhaegh desde la banda derecha para empatar el choque.
El Bayern, con un fútbol demasiado previsible, jugó con fuego y se quemó en el último instante. Aspiraba a arrebatar la primera plaza al Borussia Dortmund y, con un partido más, ahora está empatado a 13 puntos en la primera posición con su máximo rival por el título. EFE