Por Victor Sostoa - @vicsostoa
Alfredo Aguilar, de raíz humilde, muy joven soportó el desarraigo. Sufrió y lloró en la pensión de Guaraní, todo por cumplir sus metas y descolgar la gloria. La vida, el destino le llegó con un penal a favor, pero el golero aurinegro aguantó hasta lo último y pudo desviar y torcer a su favor el juego, que por ahora lo gana gracias a su perseverancia, disciplina y profesionalismo.
En esta campaña jugó 19 de los 21 disputados por el campeón y también fue convocado a la Selección Absoluta.
Aguilar, 28 años, hoy disfruta el título logrado con Guaraní, la coronación y confirmación de una carrera que tuvo un inicio muy complicado.
Lejano quedó aquel 20 de febrero de 2005, que tuvo como epicentro a su ciudad natal, Santaní. Ese día mezclado de alegría, por la proposición de Félix “Torito Díaz”, y de tristeza porque eso iba a representar dejar la casa familiar y someterse al desarraigo.
“Recuerdo que esa época tenía 17 años y nos enfrentamos a un equipo juvenil de Guaraní, dirigido por Félix “Torito” Díaz. Apenas terminó el partido y él me dijo que agarre mis cosas y me sume a la delegación que retornaría a Asunción”, contó al diario Última Hora.
“Estaba muy feliz, era el momento soñado, era consciente que en mi pueblo no iba a poder prosperar económicamente. No reniego de mi pasado, provengo de una familia muy pobre y esa era la oportunidad de salir adelante”, apuntó.
“Eso ocurrió por la mañana. Antes del almuerzo le comuniqué a familia y mi madre lloró bastante. Mientras mi hermano mayor, también futbolista, me decía que recapacite”, recordó.
Lloró bastante. “Recuerdo que a los seis meses de estar en la pensión del club, estuve a punto de regresar a Santaní. Me faltaban los elementos básicos para sobrevivir, incluso llegué a tener hambre y a eso se sumaba el hecho que añoraba a mi familia y amigos. Lloré bastante, pero “Torito” Díaz me persuadió, me dijo que de Asunción no me iba a ir con las manos vacías, sin triunfar”, aseveró el golero.
No fue fácil. “En lo deportivo tampoco fue fácil. Desde la Sub 17 siempre me tocó lidiar con muy buenos arqueros. En el 2010 entrenaba con el plantel principal, pero no tuve chances porque el club tenía a Pablo Aurrecochea y Joel Silva”, dijo.
“De todos aprendí mucho, tuve buenos preparadores, entre ellos Cipriano Leguizamón”, mencionó.