Ya desde tempranas horas del día las calles de Asunción tomaban el color característico del blanco y la franja azabache acariciando el sabor de un nuevo título. Las camisetas en los colectivos, las banderas en las ventanas, las publicaciones en las redes sociales y las fotos re-compartidas presagiaban lo que se venía.
La página número 41 del libro de historia se prestaba a entintarse otra vez con el nombre más veces subrayado entre los pocos capítulos de las campantes glorias para este país.
La ansiedad inundaba el ambiente en Sajonia, y en la isla rodeada de tierra, las familias a lo largo y ancho se ponían predispuestas a escuchar la radio u observar el televisor. Este miércoles sería épico.
Pues con goles de Mendieta y Camacho, Olimpia superó a Libertad, que si bien logró descontar con tanto de Darío Verón, en contra, esto no alcanzaría para agüar la fiesta, decretándose en consecuencia: el júbilo franjeado como una verdadera causa nacional.
La nueva estrella bordada más la clasificación directa a la Copa Libertadores 2019 son hoy una realidad. ¡Salud!
LA CRÓNICA. Verde el césped del Defensores del Chaco, rodó el balón y se puso en marcha el juego.
Uno que como el mismo torneo tuvo dueño de principio a fin, guiado no solo por un Roque Santa Cruz cargando la respectiva cinta en el brazo, o la capacidad goleadora de Néstor Camacho y los suyos, sino por un juego fortuito propio de aquel destinado a ser campeón.
Apenas a los 5' del encuentro correspondiente a la vigésima fecha del Apertura, el árbitro Cristian Aquino, encargado de impartir justicia en la jornada, dictaminó un tiro libre penal en favor del Olimpia.
Él pareció no haber observado falta alguna, pero su compañero de línea, Evelio Giménez, no dudó en señalar una mano del defensor Alán Benítez en su propia área.
Como tres de sus diez goles en el certamen, desde los 11 metros, con un tiro certero, Willian Mendieta descolocó al portero Rodrigo Muñoz, adelantando así al Rey hacia el logro de su objetivo: la conquista del trofeo.
Con el marcador a favor, una fantástica hinchada presente dio rienda suelta a la alegría, celebrando y eseñando muestras de ser merecedora de todo tipo de elogios.
Por haber sabido recuperarse de aquel doloroso tropezón de principio de temporada en Barranquilla, y, porque cinco meses después, seguir firme para volver a dar una vuelta olímpica. Esta vez, a unas cuadras de casa.
La euforía del público pronto sería un carnaval. El máximo goleador de la competencia aparecería para dar más fuerza al coro de fanáticos que ya para entonces pedían delirio colectivo, y cuyos deseos pasarían a ser órdenes sútiles.
Sobre los 27' en el cronómetro, Néstor Camacho encontraría un balón de frente al arco, y con pierna menos hábil sorprendería para dar otro golpe de gracia a la visita rival, cuya defensa se encontraba totalmente desconcertada a esa altura.
No obstante, el ataque gumarelo, con nombres como el de Óscar Cardozo y Antonio Bareiro en sus filas, resulta siempre de cuidado. Una vez enchufada, la ofensiva albinegra es capaz de ocasionar calambres a cualquiera de las más aguerridas contenciones.
De hecho, al filo de la etapa inicial, un disparo de Ángel Lucena se estrelló en el travesaño de Aguilar, poniéndose en jaque lo que hasta entonces era pura algarabía local. Pero no, a suerte declarada, hasta ahí no habría lugar para más.
COMPLEMENTARIA. Ya el segundo tiempo se coloreó con otros matices, principalmente porque al poco tiempo de la reanudación, Bareiro, complicidad inocente con Darío Verón, descontaría la cita (54').
Sin embargo, aunque posteriormente Cardozo llamaría en dos ocasiones a las intervenciones de Alfredo Aguilar, y aunque a los 75' Tacuara tendría un tiro libre indirecto que no supo aprovechar. La sensación en cancha era la de que todo estaba dado para que su majestad Olimpia, quien fuera más equipo logre el título 41 y se rencuentre con las mieles de la gloria, tal y como lo fue.