Una hazaña con sabor argentino, gracias a los goles fundamentales de Lautaro y Correa, que certificaron el pase ante el Benfica (3-3, 5-3 resultado global) en un San Siro que albergará la eliminatoria de semifinales al completo, con un derbi de Milán histórico.
Con una idea muy clara de inicio de partido, guiado por el frenesí de un San Siro que jugó su propio partido, el Inter cumplió con su promesa de los días previos y jugó sin pensar en el resultado de la ida. Inzaghi mantuvo la presión alta y le metió la idea a sus jugadores de que todavía quedaba un mundo para llegar a las semis.
Pero el mundo pareció no ser tan grande cuando en el minuto 13, Barella hizo acariciar a los interistas la ansiada y deseada victoria. Un recorte dentro del área y un zurdazo directo a la escuadra bastaron para desatar los sueños de los presentes, para retornar a aquel 2010 que ya quedaba demasiado lejos. El centrocampista hizo parecer fácil lo difícil. Y con su perna mala.
Bajó entonces el ritmo el Inter, pero no la intensidad en cada choque, en cada duelo, en cada acción contra el conjunto lisboeta, mermado por un gol que encarriló su destino, que le privaba de unas semifinales para las que se presentó como favorito.
En esas, con el partido controlado por los locales, pudo llegar la sentencia definitiva con un gol de cabeza de Lautaro que anuló el colegiado español por un leve empujón del ariete argentino en el salto. Un tanto que habría matado a un Benfica que se desangraba.
Pero el tanto anulado, lejos de ser un golpe definitivo, espoleó lo justo al Benfica para sacar provecho del conformismo interista. Una jugada que parecía aislada, sin un peligro inminente, tornó en la esperanza de los portugueses. Centro de Rafa Silva por el perfil diestro y remate desde el corazón del área de un Aursnes que remató con cierta comodidad aprovechando la lenta basculación de Dumfries al cierre.
Si bien necesitaba de dos goles, los mismo que al inicio, el Benfica pareció por un instante meterse de lleno en la eliminatoria. Y es que el Inter dudó de sí mismo, se le vinieron a la cabeza los malos tiempos que vive en Serie A. Fueron unos minutos extraños para los ‘nerazzurri’ en los que el Benifica fue superior.
Pero los temblores de pierna se terminaron en el descanso. El Inter volvió a ser el Inter de la ‘Champions’ al comienzo del segundo acto y se rehizo. Volvió a ser efectivo, a sentirse más grande que el rival, a exhibir esa madurez que le había llevado hasta este momento. Recordó que estaba a 45 minutos de unas semifinales y que no podía fallar.
No tuvo vértigo el conjunto local y, basándose en la solidez defensiva, atacó los puntos débiles del Benfica y minimizó sus peligros hasta que encontró recompensa. Siempre con un Dimarco incisivo, dispuesto a lanzarse a la aventura por el carril zurdo. Y siempre con un Lautaro bien colocado. El argentino embocó el centro de su compañero en el minuto 65 y provocó el terremoto en Milán, con un San Siro que empezó a botar de alegría, celebrando que volvía a estar entre los cuatro mejores.
Se unió a la fiesta un Correa que quiso reivindicarse con un golazo a falta de 12 minutos para el pitido final. Colocó el balón desde en la cepa del poste izquierdo de la meta defendida por Vlachodimos, que no llegó pese a su estirada. Le felicidad era ya incontenible en la grada San Siro, en el banquillo y en el césped. la semifinal ya era una realidad, algo que no impidió que el Benfica siguiera peleando.
De hecho, Neres se topó con la madera que hacía pocos minutos había sido aliada de Correa en la otra portería. Antonio Silva maquilló con un testarazo en el 86 y Musa evitó la derrota en el descuento.
Pero nada pudo empañar la fiesta, nada pudo evitar que el Inter alcanzara, merecidamente, las semifinales, dejando fuera a una de las revelaciones de la competición. Lautaro y Correa finalizaron el trabajo de la ida y devolvieron al Inter entre los grandes. Todo un ‘Derbi della Madonnina’, el derbi más bonito de Italia, decidirá que conjunto milanés viaja a Estambul.