Por ahora nada más es una presión relativa, porque la distancia desde su segunda posición al liderato pasa de siete a cuatro puntos, mientras espera el choque del martes del incontestable dominador de la tabla contra el Arminia Bielefeld -antepenúltimo- y divisa, sobre todo, ese día su regreso a la Liga de Campeones ante el Liverpool.
El 2-0 hasta el minuto 75 contribuyó a un esfuerzo medido hasta entonces del Leipzig para el inicio de esa imponente eliminatoria europea, que comenzará en Budapest por las restricciones en Alemania a la entrada de ciudadanos procedentes del Reino Unido para contener la propagación de la cepa británica de la Covid-19.
No jugó Upamecano, cuyo futuro la próxima campaña está en el Bayern Múnich. Pero no sintió algunas rotaciones el Leipzig, cuya superioridad fue indudable antes, durante y después del encuentro. Quizá no tan expresiva como se presupone sobre el terreno, pero sí suficiente; de sobra para ganar al Augsburgo, que no está en su mejor momento: ha perdido seis de sus últimos siete duelos en la Bundesliga, los tres más recientes de manera consecutiva.
A 9 grados bajo cero, su resistencia defensiva, primero sostenida por su portero Giekiwicz en una falta directa de Nkunku, duró 38 minutos. Un penalti discutible y discutido abrió el triunfo del Leipzig. Necesitó una doble ocasión Dani Olmo. La primera la repelió ágil Giekiwicz; la repetición -el guardameta había superado la línea- la transformó con más potencia (1-0). Es su cuarto gol del curso entre todas las competiciones. Jugó 75 minutos.
No había asumido aún ese tanto el Augsburgo cuando recibió el 2-0; un regalo de Poulsen a Nkunku en el minuto 43 que reflejó en el marcador una sensación generalizada, que la victoria sería del mejor local de la Bundesliga, hasta el último cuarto de hora, hasta que un penalti reavivó un partido que parecía resuelto. Lo marcó Caligiuri (2-1). Y lo sufrió el Leipzig, ganador con un apuro imprevisto. El próximo martes espera el Liverpool. Nada que ver con este viernes.