El serbio Djokovic, que suma 81 triunfos en el All England Club y es el único tenista de la Era Abierta con 80 o más victorias en cada Grande, da otro paso más para acercarse al séptimo Wimbledon y cuarto consecutivo.
El primer cabeza de serie suma sensaciones en la hierba, donde más cómodo se le ve y, a tenor de su nivel, parece imposible que alguien sea capaz de frenarle en la superficie en la que su dominio ha prevalecido desde 2018.
Kokkinakis, que ganó en estas pistas en 2013 junto a su compatriota Nick Kyrgios en dobles júnior, se ha quedado muy por detrás de lo que un día vislumbraba cuando era mucho más joven, o cuando consiguió derrotar al suizo Roger Federer en Miami 2018.
El australiano cercenó su progresión y solo tocó la central este miércoles porque enfrente estaba Djokovic. El serbio, que venía de dejarse un set Soon-Woo Kwon, hizo un partido mucho más completo y mostró una cara completamente distinta, mucho más concentrado y sin intención ninguna de dejarse sets por el camino.
Fue uno de sus partidos más serios de los últimos meses, con la misma mirada devoradora que le hizo favorito en Roland Garros hasta que le paró los pies Nadal. Pero aquí cuenta con la confianza de no haber perdido desde 2017, con tres títulos ya a sus espaldas, 23 triunfos seguidos y una danza en la superficie que cuesta encontrar réplica.
No concedió ni un saque, solo una pelota de rotura ganó 29 puntos en la red, solo cometió 14 errores no forzados y se llevó la barbaridad del 84% de puntos con el primer servicio. El serbio, en su segunda actuación en Wimbledon, rozó la perfección. No tuvo rival en Kokkinakis y está ya a solo cinco partidos del título. Su siguiente rival será el serbio Miomir Kecmanovic o el chileno Alejandro Tabilo.