Todo estaba listo desde primera hora de la mañana para que a las 11.30 horas del ultimo día de julio, la estrella portuguesa del Real Madrid luciese ante casi 50 cámaras apostadas en las puertas del juzgado de Pozuelo de Alarcón (Madrid).
Las circunstancias no eran las más halagüeñas. El astro, acostumbrado a los baños de masas, debía bajar al mundo terrenal para declarar ante una jueza a la que poco le importan los balones de oro que acumule.
Más bien el oro que le interesa es el relacionado con los 14,7 millones de euros que Ronaldo presuntamente ha evadido a Hacienda entre 2011 y 2014, un asunto sobre el que el jugador ha respondido durante una hora y media.
Pero, aunque el portugués no está habituado a este terreno de juego, decidió acondicionarlo a su estilo para no dejar hueco a la improvisación.
El plan pasaba por entrar por el garaje y así evitar la incómoda imagen que da eso de entrar a un juzgado custodiado por un abogado.
Y, después de contestar a las preguntas de todas las partes, estaba previsto que saliera por la puerta principal haciendo gala de su colaboración con la Justicia y su ánimo de que todo se solucione, dedicando, detrás de un atril colocado expresamente para la ocasión, unas palabras para apaciguar a los presentes.
Así se lo han creído los centenares de periodistas de 15 nacionalidades diferentes que desde las 8 de la mañana se han empezado a congregar a las puertas del juzgado madrileño.
Con ellos, poco a poco iban llegando los seguidores del portugués, en su mayoría adolescentes, que esperaban ansiosos y bajo un vengativo sol de julio una foto con Cristiano.
También había algún que otro jubilado que ha interrumpido su paseo matinal para ver “qué se cocía por aquí" e incluso una madre con su bebé de 5 meses, ajeno -afortunadamente- a todo lo que estaba pasando a su alrededor.
Algún que otro “síiiiii” -el que ya es signo de identidad del portugués- se ha oído en las puertas de un juzgado nada acostumbrado a tal panorama y no ha pasado desapercibida la única pancarta que había en este improvisado escenario y que rezaba “Paguemos todos y quien más, más. Ganar jugando limpio”.
Pero una hora y media después de que Ronaldo entrase como había previsto, por el garaje del edificio, y cuando la impaciencia empezaba a hacer mella, se produjo un inesperado giro de los acontecimientos.
A la señal de “Sale Cristiano”, todos los presentes se preparan para el acontecimiento. Pero no es él quien sale, sino un representante del gabinete de comunicación que le representa.
“Todo en orden. El jugador ha declarado. Ya está de camino a su casa. Recibiréis nota de prensa”.
Eso es todo lo que dice. The End. C’est fini. Fin. No hay aparición estelar del crack portugués. No hay baño de masas. Tan solo abucheos de los periodistas y decepción entre los fans.
“Estafa, numerito, montaje”. Esas han sido las palabras más comentadas de los allí presentes que, quién lo diría, se han quedado totalmente fuera de juego. Eso sí, pocos se han acordado de los delitos contra la Hacienda Pública que Ronaldo presuntamente ha cometido. “Buena estrategia”, han dicho algunos.
Y así ha acabado el partido. Con un protagonista al que muy pocos han visto y que ha dado prueba en Pozuelo de que en verano no se le ha olvidado regatear. EFE