El choque entre las figuras de los medios de comunicación, cantantes, políticos como también los ídolos de los clubes más populares del país se constituyó en un exquisito aperitivo para el duelo principal de esta tarde en donde se jugará por los puntos y el honor.
La tradicional fiesta del miniclásico de La Lupa se trasladó en esta edición hasta la ciudad de Pilar, capital del Departamento de Ñeembucú, donde el estadio del América acogió a una multitud que dio calor y colorido al encuentro que quedó a merced del Ciclón.
El primer tiempo transcurrió con poca historia. Por el lado de Olimpia, Cuevitas tuvo apariciones fulgurantes, pero muy esporádicas por lo que no fue suficiente para abrir el marcador. La opción más importante, que se escribió a solo dos minutos del inicio, fue repelido por el portero Orlando Mendoza que ahogó la peligrosidad con un gran manotazo.
Lo mejor del conjunto azulgrana apareció en el complemento. En el amanecer del cotejo, Francisco Ferreira batió a Mono Tavarelli y alzó a Cerro en el marcador.
Con la desventaja, el Decano levantó sus trincheras y muy expuesta la última línea, pero el Ciclón no pudo rematar en el contragolpe con el goleador de la mañana y ni con el siempre temible Matador de Azote’y.
Olimpia tiró el manotazo de ahogado, se encomendó a las botas del Loco González, pero el ídolo franjeado no acertó en su disparo como le pasó un par de veces al Paco Esteche en la primera fracción. El reloj agotó el tiempo y el miniclásico quedó en poder de los azulgranas gracias a que fue más certero en la zona de definición.