14 oct. 2024

Opinión: Error con error se paga

El clásico 318 del fútbol paraguayo estuvo bastante entretenido, principalmente el segundo tiempo en el que llegaron las emociones más fuertes, las polémicas, los goles, los errores, para dejar un desenlace incierto hasta el último minuto, lo que siempre ata al hincha al asiento.

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Parejo. Fernando Cardozo y Gabriel Báez van con todo en pos del balón en una lucha sin tregua que tuvieron en el clásico.

El clásico 318 del fútbol paraguayo estuvo bastante entretenido, principalmente el segundo tiempo en el que llegaron las emociones más fuertes, las polémicas, los goles, los errores, para dejar un desenlace incierto hasta el último minuto, lo que siempre ata al hincha al asiento.

Pero vayamos por parte. Olimpia y Cerro no llegaban bien al partido; titubeantes en sus últimos partidos sin convencer a sus seguidores y con más incertidumbres que certezas.

El último campeón seguía sin poder recuperarse del tropezón que significó la caída inesperada ante el Sportivo Trinidense en la fecha 3; en aquel segundo tiempo en que Encarnación pareció haberse olvidado lo bueno que venía haciendo Olimpia y que lo llevó a la consagración; mientras que el Ciclón –si bien sigue invicto– no convencía a pesar de pasar de ronda en la Libertadores, ante un rival como Curicó que le exigió muy poco y al que se lo eliminó sin mostrar recursos muy sobresalientes.

Ya en el campo, el local se engolosinó mucho con el balón sin ser el equipo práctico y profundo que caracterizaba al estilo de juego del DT Julio César Cáceres. Le faltaba profundidad.

El Ciclón encontró el camino del primer gol en una jugada sencilla en la que durmió a una cándida defensa rival; siendo el mejor gol de la tarde por la simpleza con que Aquino y Carrizo generaron la jugada que concluyó Espínola también con practicismo. Sin ser más, era un premio inesperado y hasta muy grande para la visita.

En el complemento se sucedieron los errores comenzando por el árbitro Derlis López, quien no vio una mano abierta clara en área olimpista de Richard Ortiz que el VAR se lo mostró. El argentino Claudio Aquino tuvo su revancha de aquel penal que en la Libertadores 2022 le atajara Olveira en La Nueva Olla y del que tanto se había hablado. La forma en que festejó su gol fue un desahogo del talentoso volante. Hasta ahí parecía partido liquidado. Con un 2-0 claro y con un Olimpia sin reacción, todo parecía resuelto.

Pero lo hermoso de este deporte es que siempre guarda alguna sorpresa cuando uno menos lo espera.

Todo cambió con un pelotazo de Olveira que peinó Bruera y que pescó Derlis González para intentar un globo al golero Miguel Martínez, quien cometió mano fuera del área evitando el gol, pero siendo expulsado en una decisión acertada del juez (esta vez sin la necesidad de ir al VAR). Una decisión extrema de Martínez que en ese momento era difícil definir si estaba correcta o no. Pasará el tiempo y la duda y controversia seguirán allí instaladas, seguramente.

Cerro que no podía contar con Jean, su arquero titular, perdía al suplente y recurría al tercero: José Miers, quien se aprestaba a jugar su primer partido en Primera. Cerro sufría del síndrome de los arqueros. Más aún con lo que luego pasó con Miers, quien cuando fue probado respondió con floja reacción en el gol de Silva y saliendo fuera de tiempo para cometer un penal a Bruera (el árbitro de nuevo debió ser avisado por Fernando López del VAR), que derivó en el gol de Derlis. Con Jean recuperándose de una lesión, el Azulgrana tropieza con problemas en el arco, un puesto clave. Hasta parece una cosa de mandinga.

Más allá del resultado y las emociones vividas en nuestro mayor espectáculo futbolero, queda la preocupación del nivel actual de los grandes con vistas a la Libertadores. Ninguna de las dos hinchadas quedó conforme; el Ciclón por dejar escapar lo que era una inminente victoria que le hubiera venido muy bien para encarar a Fortaleza de Brasil; y el Decano porque Cáceres parece haber perdido el norte del equipo en aquel partido en el Sur, el empate llegó por contingencias del juego, no por una convicción propia.