Ante uno de los pocos jugadores que tenía un balance positivo contra él (2-1 antes de este partido), Federer saltó a la pista dispuesto a enmendar su derrota del domingo contra el japonés Kei Nishikori, que había puesto en peligro su continuidad en este torneo que ha ganado seis veces.
El suizo había cancelado su entrenamiento de este lunes en Queen’s y las alertas sonaron en Londres. Pero este martes volvió a la carga para lograr su primera victoria en la primera fase, y de paso aumentar la tensión en este grupo, puesto que si Thiem le hubiera ganado hoy, ya habría un primer semifinalista: Kevin Anderson.
Así, todo se decidirá el jueves con los duelos entre Federer y Anderson y entre Thiem y Nishikori.
Thiem, finalista del Roland Garros, salió encogido ante la posibilidad de ser el verdugo y el jugador en echar a Federer de esta competición. Falló en demasía y su brillante revés a una mano lució demasiado poco. Su volea tampoco le acompañó, con fallos a pocos centímetros de la red, y agobiado por la velocidad del suizo se vio dominado en todo el encuentro.
Federer se despegó a partir del quinto juego del primer set, para enhebrar cinco seguidos y ganar el partido después en una hora y minutos, igualando 2-2 su balance con el austríaco, su verdugo en Stuttgart y Roma hace dos años, pero ante al que ganó en Brisbane, también en 2016.