El derbi de Liverpool, uno de los de mayor tradición en Europa, se presentaba esta vez en Anfield con notables ausencias por una y otra parte: Lallana, Ings, Henderson, Sturridge o Ejaria, del lado local; y Coleman, Bolasie, Funes Mori, McCarthy o Schneiderlin, de parte visitante.
Además, estuvo precedido por un emotivo homenaje a Ronnie Moran, exjugador y extécnico del Liverpool fallecido el último 22 de marzo, a los 83 años de edad, que vio la grada principal con un mosaico con el apodo de “Bugsy” como era conocido, y al aficionado y jugadores acompañando con aplausos el minuto de silencio que se le dedicó.
Se vio un Liverpool de Jurgen Klopp con más hambre de victoria, más agresivo y vertical desde el primer instante, mostrándose superior a un Everton de Ronald Koeman que salió cauto.
El premio le llegó pronto al Liverpool, y en gran jugada. Cortó el balón prácticamente en la línea de centro del campo el senegalés Sadio Mané, se fue hacía la meta rival, hizo la pared con el brasileño Firmino, y ya dentro del área, escorado a la izquierda, cruzó al lado opuesto sin que el portero español Joel Robles pudiera hacer nada.
El 1-0 dio más peso al conjunto de Klopp, que siguió dominando y buscando ampliar su ventaja en el marcador ante un rival que, en alguna acción, se mostró brusco. Sin embargo, lo que llegó fue la igualada (m.29) en acción a balón parado. El Everton sacó un córner, no acertaron los defensas locales en despejar y, muy atento, Matthew Pennington solventó de la mejor manera un rechace anotando el que ha sido el primer gol como “toffee”.
La alegría le duró muy poco al Everton, apenas dos minutos. Los que precisó el brasileño Philippe Coutinho para sacarse de la chistera uno de sus habituales golpes de calidad: dentro del área, de rosca envió el balón al ángulo opuesto, estableciendo el 2-1. Hasta el descanso, el partido se frenó algo, y apenas hubo emoción en las áreas.
Tras el descanso se vio un Everton algo más presente, aunque a rachas. Ello le valió, al menos, para dar un par de sustos a la meta del Liverpool; bien resueltos por el meta Mignolet (m.47), como por la defensa local (m.59).
Del posible empate se pasó al 3-1 en apenas un minuto. El belga Divock Origi, que llevaba tres minutos sobre el césped tras sustituir al lesionado Mané, controló desde el borde del área y, con potente disparo, hizo inútil la estirada de Joel Robles (m.60).
Ahí acabó prácticamente el partido, pese a los intentos de Koeman con los cambios de dar más ansías ofensivas a su equipo. De nada sirvió, pues el Liverpool supo controlar y, además, estuvo más cerca que su rival de ampliar su marcador.
El triunfo, merecido, coloca momentáneamente tercero al Liverpool, empatado con el Tottenham, ambos a diez puntos del líder Chelsea, si bien los dos equipos londinenses cuentan con dos partidos menos. EFE.