El increíble salto con el que el jugador del Atlético de Madrid cabeceó el balón a la red del combinado africano merecía un premio, y más después de 90 minutos de incertidumbre en los que los hombres de Óscar Washington Tabárez sufrieron para ganar en su estreno.
Desde el Mundial de México 1970, cuando Uruguay doblegó 2-0 a Israel, el conjunto charrúa no conseguía una victoria en el primer partido de la Copa del Mundo. Romper esa estadística que parecía una maldición que finalmente duró 48 años, tuvo premio.
El Borsky Sport Centre, lugar de concentración de Uruguay fue el escenario del asado que preparó el cocinero de la selección sudamericana, Aldo Cauteruccio, que ofreció a sus chicos un asado con carne paraguaya con el que los titulares ante Egipto completaron una mañana de trabajo regenerativo.
Los once elegidos por Tabárez para el primer partido de Uruguay iniciaron la mañana junto a los que fueron suplentes en el gimnasio. Después, los titulares hicieron trabajos regenerativos en la piscina mientras el resto trabajaba en los campos de las instalaciones del Borsky Sport Centre.
Al asado no le pudo faltar un acompañamiento clásico, el mate, que los jugadores tienen a su disposición en abundancia gracias a los permisos que consiguió la federación uruguaya para introducir en Rusia 180 kilos de yerba mate.
Después de comer, los jugadores tuvieron un momento de ocio para espantar toda la tensión que vivieron ante Egipto y jugaron a los bolos y a los dardos en un ambiente distendido que rebajó las pulsaciones antes de seguir preparando este domingo su siguiente encuentro, el próximo miércoles frente a Arabia Saudí en Rostov. EFE