A pesar del apoyo de su eléctrica hinchada y del milagroso regreso de su estrella, Antoine Dupont, quien se había fracturado el pómulo hace menos de un mes, Francia se llevó un guantazo histórico en un torneo que, para muchos, estaba predestinada a vencer por primera vez, sobre todo después de haber superado en el partido inaugural a Nueva Zelanda.
Los Springboks, campeones del mundo en 1995, 2007 y 2019, pueden entrar en esta edición en el Olimpo del rugby si logran su cuarta corona, hito que está también al alcance de los All Blacks, que juegan la otra semifinal ante Argentina.
Ni los 10 minutos en los que jugó en inferioridad, precisamente por la amarilla que vio Eben -héroe a posteriori-, ni las 80.000 gargantas del coliseo de Saint-Denis, ni la clase de Dupont y Thomas Ramos hicieron temblar a los Springboks y su temible retaguardia y juego frontal. Los Sudafricanos fueron mejores en los momentos clave.
Hubo un primer tiempo frenético en el que ambas selecciones intercambiaron golpes sin piedad. A un directo de Francia respondía Sudáfrica con un gancho. Fueron cinco ensayos en los primeros 40 minutos, dos de les Bleus y tres de los Springboks.
El juego expeditivo y frontal de los sudafricanos estaba dando los frutos hasta que la calidad en el pie de Thomas Ramos dio la vuelta al marcador antes del descanso, aunque por un estrecho margen de tres puntos.
Con un jugador más por la amarilla a Eben Etzebeth, los hombres de Fabien Galthié tuvieron diez minutos para aprovechar esa ventaja en los primeros compases del segundo periodo. No lo lograron, aunque tres minutos más tarde del regreso de Eben, Thomas transformó otro golpe de castigo.
Francia llevaba una ventaja de seis puntos y se las veía felices, hasta que la poderosa segunda línea sudafricana quebró la defensa gala y Eben marcó un ensayo para la historia. Pollard transformó y luego se cobró un golpe de castigo.
La ventaja de los Springboks la redujo Thomas. Con un punto abajo, los franceses lo intentaron, pero la coraza sudafricana fue impenetrable.