La tempranera y cuestionada expulsión de Messi, a los 37 minutos del primer tiempo en el partido por el tercer lugar de la Copa América 2019, frustró a miles de seguidores, principalmente brasileños, que acudieron este sábado al Arena Corinthians de Sao Paulo con la esperanza de ver una tarde mágica del ídolo.
En un partido sin mayores atractivos, con los finalistas de las últimas dos ediciones del torneo continental relegados a la disputa del tercer lugar, el nombre de Messi, sin duda, era el mayor aliciente para ir a un partido en una fría tarde y en el extremo oriental de la más poblada de las ciudades brasileñas.
El marcador, al final con victoria argentina por 2-1 gracias a los goles de Sergio Agüero y Paulo Dybala y descuento de Arturo Vidal para Chile, pasó a un segundo plano, al igual que la histórica rivalidad entre brasileños y argentinos.
Con poca presencia de seguidores argentinos y chilenos, los brasileños, que esta vez en casa fueron mayoría, no escondieron su admiración por el ídolo y muchos llegaron al estadio con carteles en español y portugués en los que expresaban su preferencia por el ’10' del Barcelona de España y del seleccionado ‘Albiceleste’.
Antes del partido, cuando los jugadores argentinos salieron a la cancha para su calentamiento, los silbidos y abucheos de los aficionados en su contra no se hicieron esperar, pero la situación comenzó a cambiar cuando el nombre de Messi fue leído en los altavoces que anunciaban las alineaciones titulares.
El creativo y motor del seleccionado argentino fue el más ovacionado de los 22 jugadores anunciados y luego, cada vez que tomaba el balón, era aplaudido por sus pinceladas de pases precisos y regateo corto.
A los once minutos, en un cobro rápido para Agüero, Messi habilitó al delantero, que ganó en velocidad y anotó el 1-0 parcial, haciendo evocar el único gol argentino convertido antes en el Arena Corinthians, cuando ‘Lio’ habilitó a Ángel Di María para el 1-0 sobre Suiza en los cuartos de final del Mundial Brasil 2014.
El ‘matrimonio’ de Messi con la afición brasileña este sábado, sin embargo, iba a durar poco, pues a nueve minutos del final del primer tiempo en una confusión con el zaguero Gary Medel, el mismo que lo golpeó fuertemente en la final de la Copa América 2015.
Los reclamos, principalmente de los argentinos, no se hicieron esperar y el árbitro paraguayo Mario Díaz consultó el VAR y ratificó su decisión de expulsión, provocando así un airado repudio por parte de la afición, que pagó sus entradas para ver más tiempo a Messi.
Palabras de grueso calibre fueron lanzadas contra el árbitro paraguayo y la ovación y los aplausos fueron para Messi cuando abandonó la cancha del estadio paulista, un sentimiento de cariño que pasó para el seleccionado argentino, al final, aplaudido cada vez hacía una buena jugada, ya sin su timonel en el campo.
La expulsión de Messi es la segunda en su gloriosa carrera deportiva. La primera fue justo en su debut con la selección de Argentina en un amistoso en 2005 cuando los suramericanos derrotaron por 2-1 a Hungría, en Budapest, y el rosarino vio la tarjeta roja con solo cuarenta segundos en el campo de juego.