Por Juan Pintos Sumi - @elbuenJuane
Han pasado ocho largas temporadas sin que la NBA recuerde una final sin James, han pasado ocho largos años sin que la Conferencia del Este reconozca a otro campeón que no sea un equipo donde esté LeBron, juegue donde juegue, su dominio ha sido absoluto y eso lo han reconocido nuevamente en el TD Garden de Boston, donde la franquicia más ganadora de todos los tiempos cayó ante el hombre del que todos hablan. Cavaliers 87 – Celtics 79.
¿Sin Kyrie Irving esta temporada? ¿Sin Kevin Love en el juego 7? ¡Sin problemas! LeBron James jugó sin descanso los 48 minutos de juego para lograr romper el récord playoffs de 10 victorias y 0 derrotas de local de los Celtics y acceder así a sus octavas finales, la cuarta consecutiva con los Cavaliers, la quinta de su historia, todas con el chico de Ohio al mando. Cleveland es su tierra y él es su Rey.
El Rey en acción. Foto: EFE
ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA. Partido de vida o muerte, solo uno seguiría adelante para buscar seguir escribiendo páginas de aquéllas hojas de gloria donde solo los vencedores portan la lapicera. El otro quedaría atrapado en el pasado, encerrado en el agridulce recuerdo de un buen equipo que pudo más.
Independientemente a quien escribiría el punto final de esta historia, al culminar el juego ambos equipos darían vuelta la página de una magnifica y apasionante serie que no escatimó renglones ni párrafos para llegar a la última hoja del último capítulo del libro de los playoffs, al juego 7.
Juego 7 de las finales de Conferencia, de esos juegos que separan a los niños de los hombres, donde fracasar equivale a adelantar las vacaciones y triunfar significa pelear por la gloria.
Al respecto Marcus Smart reflejaba como se debe jugar un partido decisivo como el que se venía: “Tienes que ser capaz de tirarte al suelo y ensuciarte. No puedes salir ahí y pretender lucir bonito. Tienes que estar listo para una pelea de perros. Tenemos que estar listos para estar con la nariz y boca sangrando. Tenemos que salir listos para pelear”.
EL COMIENZO DEL FINAL. Los Celtics iniciaban el juego con el pie derecho. Anotaciones iniciales de Tatum, Rozier III y Horford harían que el equipo de Boston lograra una ventaja de 6 puntos en los primeros 2 minutos de juego. Los verdes dominarían el primer parcial mediante el novato de oro Jayson Tatum, que mostraba su versión más completa de juego; asistiendo, encestando triples e inclusive volcando. A él lo acompañaría el latino Horford para dejar los primeros 12 minutos 26 a 18 a favor de los locales.
Del otro lado, LeBron mostraba toda su fortaleza y nadie podía reducir sus intenciones, ni siquiera con doble marca y falta, James luchaba contra el mundo y creaba jugadas de 2+1. Boston planteaba un juego intenso y con contacto desde el primer segundo, cortaba todos los circuitos en donde Cleveland podía conectar el balón y hacía que todo quede en manos de LeBron, quien forzaba la situación. El juego se desarrollaba en función a lo que los Celtics planteaban. En la mitad del segundo cuarto Boston lograría la mayor diferencia de la noche, 12 puntos.
Pronto, los de Cleveland activarían su defensa y gracias a eso generarían puntos de contragolpe al mismo tiempo que los Celtics se contaminaban de imprecisión, fallando triples sin oposición alguna. Rozier, Brown y Smart muy erráticos, mientras tanto los Celtics se sustentaban en la efectividad de Horford y Tatum.
En la medida que transcurría los minutos se acortaba la brecha y se alargaba la esperanza de los Cavs, que a falta de poco menos de 3 minutos iniciaron un run de 12-4 para reducir diferencias. Final del segundo cuarto: Cavs 39 – Celtics 42, quedaba mucho partido por disfrutar.
DAD A LEBRON LO QUE ES DE LEBRON. El tercer parcial comenzó muy errante, con muchas inseguridades en ambos equipos, situación que se reflejaba en el mercador estático. A poco más de 7 minutos por jugar JR Smith sumaría de 3 anunciando que estaba vivo, pronto LeBron James sumaría otros 3+ para acortar la diferencia a la mínima. Marcus Smart se postraba con el espíritu en el suelo, los muros celtas se desmoronaban poco a poco y los Cavs extendían sus puentes para invadir el imperio de los Celtics. El tercer cuarto terminaba con los Cavaliers arriba por 59 a 56.
2 minutos jugados del último cuarto y ambos equipos empataban con 64 tantos cada uno. Korver haciendo lo que más sabe quemaría las redes desde el perímetro para distanciar el juego a 3 puntos. James sumaría sus 29 puntos de la noche entrando a la mitad del último parcial, momento en que los Cavs sacaban ventaja de 4 puntos. Jayson Tatum se pondría el traje verde y acortaría distancia con una cabalgata y una monstruosa volcada sobre James, posteriormente encestaría un triple para devolver la delantera a su equipo. 72 a 71 a favor de los Celtics y menos de 6 minutos por jugar.
Se acortaba el tiempo y la diferencia oscilaba en apenas lo que un equipo podía sumar con una posesión. A falta de 2:34 los Celtics cayeron en la falta de experiencia de los jóvenes y la ausencia de liderazgo, que finalmente desembocó en minutos finales llenos de ansiedad e inseguridad, por los cuales terminaron pagando con la cuota más dura del juego: la derrota. La cantidad de triples errados sin marca costó muy caro. Todo había terminado para Boston, en un partido que no pudieron cerrar haciendo lo elemental: encestar los tiros abiertos.
La temporada terminó para los de Boston. Ante cada golpe supieron levantarse, no pudieron evitar lesiones de sus mejores hombres y aun así llegaron hasta la última estación, pero el viaje de los Celtics acaba de comenzar, lo más grande está por venir. Medalla de Honor para los Boston Celtics.
CLEVELAND CAVALIERS A LAS FINALES DE LA NBA 2017/2018. LEBRON JAMES A SUS OCTAVAS FINALES CONSECUTIVAS, REY DEL ESTE DESDE EL 2011.
EL HOMBRE DE RENOMBRE. “El chico de Akron”, “The King”, “El Rey LeBron”, “El elegido”, no importa como lo llamen, todos reconocen al jugador más dominante de esta década, al sucesor de Jordan de los 90’s y a Kobe de los 2000’s.
Todos saben que en la NBA existe un hombre de 33 años con ADN de leyenda, un fenómeno que transpira baloncesto por los poros y no envejece, con 2.03 metros de pura gloria y una envergadura de dioses que lo hace llevar 15 años detonando la pista, alejado de las lesiones con una salud tan impecable que a muchos hace sospechar que probablemente se trate de un ser inmortal.
Ese es LeBron James, un ser humano mortal como todos, pero inmortal en la pista de basketball, donde ha alcanzado la cúspide. Un atleta que en algún momento anunciará su retiro, pero cuyas hazañas serán guardadas a perpetuidad no solo en las estadísticas, sino también en las retinas y corazones de los privilegiados testigos de su obra eterna.
Nadie que sepa de Basketball podrá borronear jamás el legado de una larga y ejemplar carrera, nunca nadie podrá evitar mencionar el nombre del Rey LeBron siempre que hable sobre los más grandes de la historia de la NBA de todos los tiempos.