Sin duda eran otros tiempos. Una nota del año 1989 publicada en Última Hora, hablaba de la difícil situación de los atletas durante los recesos de campeonatos. Actualmente dicha situación afecta a las divisiones no profesionales, ya que la de honor han superado de a poco esa etapa.
“Por ahora, sólo vender empanadas” fue la respuesta dada por el entonces jugador del Sportivo Luqueño, Juan Carlos Ojeda, en representación de sus compañeros. El mismo comentó en la nota que para sobrellevar la situación “si alguien compraba una gallina – por ejemplo – cocinaba bien grande y todos iban a comer en casa del compañero que lo hacía”.
“Previendo la situación de incertidumbre en cuanto al aspecto económico, mandé plantar sandías en un terreno que tengo en las afueras de mi comunidad”, manifestó por su parte Faustino Alonso, quien se desempeñaba como centrodelantero de Guaraní”. El mismo aseguró además, “no ganó lo suficiente para vivir solamente del fútbol con dignidad”.
“Es un problema concreto y real en nuestro medio. No todos tienen las mismas oportunidades, principalmente aquellos que juegan en equipos denominados “chicos” o sin mucha capacidad económica”, eran las expresiones de Pedro Osvaldo García, que culminaba su vinculación con Cerro Porteño y retornaba al club San Lorenzo.
Existen en la actualidad varias divisiones en el fútbol paraguayo, la de Honor (profesional), Intermedia (semiprofesional), Ascenso (Primera B y C), además de las competencias de la Unión del fútbol del Interior (UFI): Interligas y el Nacional B, que conoció este año a su primer campeón, el 2 de mayo.
Miles de jugadores pelean por mejorar su status económico, siendo los del plantel principal de cada club, los que tienen menos inconvenientes. Por más que sea lento, todo apunta a que la profesionalización y progreso del fútbol paraguayo está en proceso.