Reese partía con todo a su favor. Era la campeona y también la mejor del mundo este año (7,19), aunque la longitud no es una especialidad propicia para reválidas. Sólo su compatriota Jackie Joyner defendió con éxito su corona en Tokio'91, cuando Reese tenía cuatro años.
La batalla más reñida se libró por la medalla de plata, que colgó del cuello de Kucherenko por un solo centímetro: 6,77 frente a los 6,76 de Radevica.
La brasileña Maurren Higa Maggi, campeona olímpica, había realizado el mejor salto en la ronda de calificación (6,86), pero falló en el momento supremo. Dos nulos y un salto impropio de su categoría, de 6,17, la dejaron incluso fuera de la mejora y acabó undécima y penúltima.