Japón homenajeó a su cultura tradicional sin olvidar el “cool Japan” que tantas puertas le ha abierto a nivel internacional, en la inauguración este viernes de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, donde hubo teatro kabuki, jazz y videojuegos.
El programa de la ceremonia se dividió en nueve actos. En los primeros compases se retransmitieron unos breves vídeos y una cuenta atrás, desde que la capital japonesa fue escogida como anfitriona olímpica en 2013 hasta la fecha presente y una batería de 694 fuegos artificiales para dar el pistoletazo de salida al espectáculo.
La pirotecnia del evento estuvo íntegramente a cargo de la Japan HANABI Association (Asociación de Fuegos Artificiales de Japón).
A ello le siguió una actuación protagonizada por la boxeadora y enfermera Arisa Tsubata y un grupo de bailarines coreografiados por Shintaro Hirahara y con música de Seigen Tokuzawa, y que fue un homenaje a las dificultades de la sociedad con la llegada de la pandemia y, en particular, de los deportistas en su entrenamiento.
Los bailarines empezaron danzando separados, en un símbolo del distanciamiento social a que el mundo se ve obligado por la covid-19 y que tanto ha incluido en el propio evento deportivo.
El fondo inicialmente blanco de la pista del estadio se tiñó de colores más vivos para terminar uniendo a los bailarines con un hilo rojo, en evidente referencia a la leyenda popular del “hilo rojo del destino”, que representa a la fuerza invisible que une inconscientemente la vida de las personas y todo lo abarca.
La actuación corrió a cargo de la coreógrafa Megumi Nakamura.