Agónicos los tres kilómetros de ascenso al inédito Cuitu Negru, esfuerzo sobrehumano que encumbró a Cataldo, campeón de Italia contrarreloj, que apenas pudo levantar los brazos para celebrar su hazaña en la “Montaña negra” con 7 segundos de adelanto sobre su compañero de fuga, el belga Thomas de Gendt (Vacansoleil).
Por detrás se libraba la batalla estelar. Otra agonía que puso a Purito en la senda del primer peldaño en Cibeles, ya que una vez más el catalán aguantó los ataques de Alberto Contador, al que pudo rematar en una rampa final del 25 por cierto, terrible, para “picar” al madrileño dos segundos, más los cuatro de bonificación. Un paso de 6 segundos gigantesco, casi definitivo tras el tríptico de montaña que ha perfilado el podio final.
El más fuerte es Purito, fuerte de piernas y de mente. Imbatible ante la voluntad atacante, machacona, de Contador, quien no encuentra forma de doblegar a su enemigo íntimo, quien se aleja en la general en 28 segundos después de las 3 etapas de montaña más temidas de la presente edición.
“Quien llegue a la segunda jornada de descanso de líder, tendrá mucho ganado”, dijo Purito hace una semana, en el reposo de tierras gallegas. Pues ahí está el dato. Falta la Bola del Mundo, una especie de Cuitu Negru madrileño, y la roja parece que ya tiene dueño. Contador pide “que pase algo, tipo lluvia o algo así", pero el de Parets del Vallés le replica: “No, no, déjate de rollos”.
En ese cajón estará Alejandro Valverde, descolgado por el dúo dinámico en los últimos metros, pero sin consecuencias, ya que lo suyo es la lucha por el tercer escalón. En ese objetivo le dio el golpe de gracia al británico Chris Froome (Sky), que terminó hundido a más de 2 minutos de sus compañeros iniciales en la lista de favoritos, y en la general ya está a 5.11.
Una etapa reina de recorrido exigente en la que Dario Cataldo y Thomas de Gendt firmaron la hazaña de mantener una escapada desafiando los Altos de San Lorenzo y La Cobertoria, ambos de primera, antesala de Pajares, con un ascenso de 19 kilómetros que concluían en la subida más brutal del ciclismo europeo.
En ese escenario la carrera se convirtió en el mano a mano habitual entre Purito y Contador, con Valverde de invitado intermitente. El de Pinto controló la carrera desde La Cobertoria. Su equipo, con el Euskaltel, tiraba en cabeza, pero hubo de bajar a cola de pelotón para “ver la cara” del maillot rojo, que rodaba detrás, demasiado lejos. ¿Debilidad?. “No, simplemente me iba protegiendo del aire detrás de dos torres”, explicó.
Los hombres de Contador tensaron en Pajares para seleccionar el grupo. Purito se quedó sin equipo, hecho que no le causó nerviosismo alguno. Su bicicleta tiene tres ruedas: dos suyas y la trasera de Contador, y esa no se puede alejar ni un metro. Fuerzas desiguales, pero frente a frente cada uno cuenta con sus fuerzas.
El ascenso al infierno recién asfaltado del Cuitu Negru es otra cosa, punto y aparte respecto a lo hasta ahora conocido. Una pesadilla final para poner colofón a la etapa reina. Las pintadas en el asfalto indicaban lo que iba a pasar. “Ahora Contador”, en una rampa del 15 por ciento, “Purito crack, aguanta”, en otra del 22. En esas estuvieron. Contador volvió a quemar la traca, pero Purito se convirtió en un bombero que sofocó cualquier rebelión.
Cara de resignación de Alberto. “No hay manera”, pensaba. Faltaba la pared del 25 por ciento, a un paso de meta. Suficiente para el remate final. Acelerón y propina de 6 segundos. Imparable Purito, el hombre araña, el triunfado de la jornada, y posiblemente, de la Vuelta, si una Bola del Mundo, que preside Navacerrada, no lo impide.
Carlos de Torres