Ni los propios jugadores, fanáticos y cuerpo técnico de los Cardenales se podían creer lo que el equipo había logrado cuando el tercera base David Freese, héroe del partido, pegó jonrón solitario para anotar en el undécimo episodio la carrera del triunfo por 10-9.
Nadie de los seguidores y de los Cardenales se podía creer lo que estaban viviendo en el Busch Stadium de San Luis, pero si lo sabía valorar Ron Washington, el piloto de los Vigilantes, cuando dijo que en el béisbol no se gana hasta el último “out” y más en un partido de la Serie Mundial.
“Ha quedado demostrado que no es fácil conseguir triunfos en el Clásico de Otoño, pero hay que darle crédito a los Cardenales que supieron tener siempre a los peloteros adecuados en el momento perfecto para hacer las cosas que necesitaban”, destacó Washington.
Washington reconoció que no es fácil asimilar este tipo de derrotas cuando estás por dos veces a un “strike” de conseguir el título de la Serie Mundial.
“Los jugadores ahora están afectados, como es lógico, pero así es el béisbol y lo hermoso es que saldremos todos en menos de 24 horas al campo para luchar de nuevo al máximo y con la ilusión de conseguir el triunfo que hoy dejamos escapar”, comentó Washington.
Mientras las emociones estaban a flor de piel entre los 47.325 espectadores que llenaron las gradas del Busch Stadium y los jugadores de los Cardenales que protagonizaron uno de los partidos más emocionantes e intensos que se recuerdan en la historia del Clásico de Otoño, a pesar de los cinco errores cometidos.
“Lo que pasó en el campo, creo que tenías que estar aquí para creerlo”, declaró Tony La Russa, el piloto de los Cardenales. “Nunca dejamos de esforzarnos. Suena cursi, pero la realidad es que nunca dejamos de hacerlo. El dugout estuvo encendido aun cuando estábamos abajo, y a veces funciona eso”.
Pocos podían imaginarse lo que ocurrió el jueves por la noche en el Busch Stadium, con dos outs, dos strikes en su cuenta y dos corredores a bordo en el noveno episodio, y que llegase Freese para conectar un triple impulsador de las dos carreras el empate a 7-7.
El batazo había sido nada menos que contra el cerrador estelar dominicano Neftalí Féliz, que en todo lo que va de la fase final sólo había cedido una carrera limpia.
Luego de un jonrón de dos carreras del jardinero Josh Hamilton en la parte alta de la décima entrada, los Cardenales se vieron de nuevo abajo con parcial de 7-9 y también de nuevo a ley de un strike de ser eliminados.
Pero el jardinero Lance Berkman, que se fue de 5-3, con cuatro anotaciones y tres impulsadas, conectó sencillo productor de la carrera que puso de nuevo el empate en la pizarra, esta vez a (9-9).
Pero faltaba poner la guinda al pastel del triunfo y esa la aportó Freese, al pegar cuadrangular solitario contra el lanzador Mark Lowe.
“Cuando eres niño ves pasar por tu imaginación ese tipo de cosas”, declaró Freese. “Pero he dicho muchas veces, no sería tan dulce ser parte de este regreso si no estuviera conmigo este grupo de muchachos. Esto es buenísimo, ver a este grupo hacer este tipo de cosas, luchar, no darse nunca por vencidos, es algo increíble”.
Ningún equipo en las 106 Series Mundiales anteriores había reaccionado para empatar en la novena entrada y en extra innings en un mismo partido.
“Esto es increíble”, admitió el primera base dominicano Albert Pujols, quien inició la reacción del noveno episodio de los Cardenales con un doble frente a Féliz. “Esto es mejor que los tres jonrones que di el otro día (tercer partido). Si no les digo que fue el mejor partido en que he jugado, estoy mintiendo”.
De cualquier manera, Pujols, que se fue de 5-1 con anotación, recordó que en el béisbol se juegan hasta que se completan los 27 “outs” y por lo tanto cualquier cosa puede suceder, un pensamiento que también compartieron el resto de sus compañeros.
El sentir general de los peloteros de los Cardenales fue el destacar que actúan como una auténtica familia, que nunca se rinden y luchan hasta el final.
Ese espíritu surgió desde finales de agosto, cuando los Cardenales comenzaron su inesperado ascenso en el comodín de la Liga Nacional que resultó en una clasificación en el último día de la temporada al dejar eliminados a los Bravos de Atlanta.
Luego iban a llegar las victorias sorpresivas ante los Filis de Filadelfia y los Cerveceros de Milwaukee con el mismo lema de no darse nunca por vencidos y el triunfo en el sexto partido fue el ejemplo perfecto y que mejor reflejó ese carácter ganador.