Cuatro atletas somalíes –dos mujeres y dos hombres- no pierden las esperanzas e ir a los Juegos Olímpicos de Londres y volver con una medalla, y el silbido de las balas que se cruzan entre los terroristas y el Ejército de su país no son obstáculos ni los intimidan a la hora de entrenar.
Son tomados por “locos” por los vecinos de Mogadiscio y a veces son confundidos con terroristas suicidas por el Ejército de Somalia que hacen sendos controles. Aún así, durante los últimos seis meses, los atletas somalíes se prepararon a conciencia por las polvorientas calles de la capital somalí y en el Estadio de Konis, cuyas instalaciones, agujereadas por las balas, son testimonio de más de veinte años de conflicto.
“Cuando corría por las calles de Mogadiscio, los soldados del Gobierno nos paraban en cada control de seguridad y comprobaban si éramos terroristas suicidas. Era muy duro pararse cada pocos minutos, un desafío para el cuerpo y la mente”, dijo la joven corredora Amal Mohamed.
La especialista en la modalidad de 200 metros, agregó: “Oías silbar las balas mientras entrenabas, luego las tropas gubernamentales te inspeccionaban... eso terminaba por afectar a los músculos”. A esta deportista junto con Zamzam Mohamed Farah, a esta dificultad se le añadía el hecho de ser mujer en un país predominantemente machista y en el que no muchos entienden la práctica del deporte e incluso se reían de ellas y las tachaban de “taradas”.
PROHIBICIÓN AL DEPORTE. El entorno para la preparación olímpica, no ha sido el más adecuado, sino más bien todo lo contrario, con las tropas gubernamentales y las fuerzas multinacionales de la Misión de la Unión Africana en Somalia (AMISOM) combatiendo a la milicia fundamentalista islámica Al Shabab.
Los radicales islámicos, que el pasado mes de febrero declararon su unión formal con la red terrorista Al Qaeda, tenían, hasta hace diez meses, sus bases en la capital en el Estado de Mogadiscio y en el de Konis, donde estaba vetado el deporte.
LEVE MEJORÍA. Sin embargo, la situación ha mejorado notablemente para los atletas en los últimos meses, ya que la retirada de Al Shabab de Mogadiscio (el pasado agosto) supuso que se puedan volver a practicar y ver deportes en televisión, algo hasta entonces prohibido.
Esta mejora relativa de la vida en la capital somalí -donde, no obstante, Al Shabab sigue cometiendo atentados periódicos, como el que acabó con la vida del presidente del Comité Olímpico local, Adam Haji Yabarow, el pasado mes de abril- ha permitido llevar a cabo una selección de deportistas satisfactoria.
NO HAY OBSTÁCULOS. “El problema en nuestro país (en conflicto permanente desde 1991, cuando fue derrocado el dictador Mohamed Siad Barre) no nos afectará. Espero tener la oportunidad de ganar una medalla, porque he entrenado mucho”, indicó Mohamed Hassan Mohamed, que a sus 19 años participará en las pruebas de 500 y 1.500 metros.
Las mismas ansias de gloria muestra Zamzam Mohamed Farah, según relató a EFE: “Estoy muy contenta de participar en los Juegos Olímpicos de Londres representando a mi bandera y a mi país. Así que, si gano, será un éxito para Somalia y si no, un fracaso”.
“Pero mis esperanzas apuntan muy alto”, enfatiza la corredora de 400 metros, tras una sesión de entrenamiento en las instalaciones del estadio capitalino de Konis. Su entrenador, Ahmed Ali Abiikar, tiene una confianza absoluta en los deportistas, quienes han superado todo tipo de dificultades para competir en los Juegos.
“Hemos participado en varias competiciones mundiales de atletismo, así que tenemos experiencia”, dice Abiikar. Y lanza una advertencia que, de materializarse, cambiaría la hasta el momento poco destacada historia olímpica somalí: “Volveremos con medallas”.