La australiana que ganó el último Grand Slam del pasado año al conquistar el Abierto de Estados Unidos, había despertado una ola de ilusión entre los aficionados de su país, que veían en Stosur una posibilidad real de volver a ver a una compatriota ganar el torneo, algo que no sucede desde 1978 cuando ganó Chris O’Neil.
Sin embargo, Cirstea acabó de un plumazo y a las primeras de cambio con las esperanzas de los australianos que observaron atónitos como su favorita sucumbía en la pista ante una tenista que sólo había sido capaz de ganar dos partidos en sus cuatro anteriores participaciones en Melbourne Park.
Tras un primer set muy igualado, la suerte del mismo se decidió en el desempate, en el que la de Bucarest jugó muy agresiva ante una Stosur atenazada por la responsabilidad.
El set perdido dañó anímicamente a Stosur que cedió su servicio en los inicios de la segunda manga y siempre fue a remolque. Ni el apoyo recibido por la grada del Ros Laver Arena parecía insuflar confianza a Stosur, mientras que Cirstea cada vez veía más cerca la victoria.
Aunque los nervios le traicionaron al final a Cirstea, el errático juego de Stosur le permitió cerrar el partido en la cuarta bola que dispuso sobre el saque de la australiana para consumar la sorpresa y acceder a segunda ronda.