El pasado lunes, durante el partido entre Cerro Porteño y Libertad, una bandera colocada de cabeza, en el sector de Graderías Norte, llamó la atención de muchos.
Universalmente un símbolo expuesto al reverso de su posición original es sinónimo de controversia, protesta o contrariedad.
Cuando sucede algo como ello, el que poco sabe mucho dice. Otros van a las fuentes y se interiorizan en el hecho, tratando siempre de obtener una visión más acabada del asunto.
Resulta que en el estigmatizado universo de las hinchadas organizadas, los trapos con los colores representativos son como tesoros tribales. Después vendrán los bombos, las trompetas y los demás instrumentos sonoros, pero las banderas son sin duda alguna sus estandartes.
Por la cuarta fecha del campeonato Clausura, en juego disputado en el Defensores del Chaco, la barra Comando, componente de “La Mejor Hinchada del País”, espacio que nuclea a los integrantes del tribunero azulgrana, colocó su bandera al revés.
El motivo, fuerte y valiente, en realidad responde a la falta de contestación por parte de la dirigencia del club Cerro Porteño a una propuesta presentada formalmente y vía nota, en la que los mismos solicitan una consideración particular para asociarse al club y acceder a los beneficios que esto concierne. Es decir, no están pidiendo que les regalen nada, sino una consideración acorde a los bolsillos de sus componentes.
La Constitución Nacional, en su artículo 42 (De la Libertad de Asociación), reglamenta la organización con fines lícitos. Por lo que la petición de Comando, considerándose un gremio de personas libres, es totalmente viable.
Lo realmente llamativo es que en un país dizque democrático, nadie los convoque a una conversación entre partes, una negociación o un espacio de intercambio de opiniones al respecto. Todo se reduce a cuestionar, apuntar con el dedo la consigna o directamente ningunearla.
Actualmente, la institución ubicada en Barrio Obrero, históricamente de estirpe popular, intenta seguir trasmitiendo ese espíritu de pertenecer a la masa del proletariado.
Además, desde sus cuentas en redes sociales desarrolla loas referentes a la importancia de los cánticos, los himnos y el aliento del gentío. Sin embargo, con este tipo de acciones termina excluyendo a quienes dejan muchas cosas en sus vidas para también dedicárselas al club.
Detrás de cada declaración artística que baja desde las gradas, hay muchísimo tiempo de trabajo silencioso y tiempo invertido. Al término de las citas deportivas, otras horas se pasan dejando todo en orden y listo para la próxima ocasión.
Incluso, en los últimos meses, se ha iniciado en el seno del grueso cerrista una serie de encuentros con el fin de concienciar a los hinchas sobre el perjuicio ocasionado cuando existen confrontaciones entre propios y extraños, así también, sobre el cese de robos dentro y fuera de los estadios como la vuelta de las familias a las gradas populares.
Todo esto en el marco de un proyecto, con sus errores y aciertos, que busca darle un fin más social a las barras. De hecho, entre otras cosas, hace 6 años se viene realizando el evento multitudinario conocido como Mitã'i Azulgrana, coincidente con el Día del Niño, y que tiene como único fin: recaudar alegrías para los más pequeños.
La pregunta entonces es, si acaso estos no merecen un pequeño premio motivacional a tanto empeño por otorgarle otro cariz a eso tan hermoso que rodea el fútbol-espectáculo, sin violencia y accesible a todos los estratos comunitarios.
Lo seguro es que mientras las puertas se cierren al diálogo, manifestaciones similares seguirán dándose. Hoy resulta necesario hacer el esfuerzo correspondiente para comprenderlas mejor y evitar afirmaciones olímpicamente erróneas.
Foto de Kevin Daniel, extraída de @11kevindaniel en twitter.