El nuevo entrenador del Sunderland, Paolo Di Canio, negó este miércoles en un comunicado que sea “fascista”, después de la controversia generada por su supuesta ideología política y los ataques al club tras su nombramiento.
El técnico, que asumió este martes su cargo con una rueda de prensa en la que no permitió preguntas ajenas al ámbito deportivo, celebró en su etapa de jugador algunos goles con el brazo en alto y, en 2005, afirmó en una entrevista que era “fascista, no racista”.
“No soy una persona política, no estoy afiliado a ninguna asociación, no soy racista y no apoyo la ideología del fascismo. Respeto a todo el mundo. Soy un hombre de fútbol y esto y mi familia son mi prioridad. A partir de ahora hablaré solo de fútbol”, asevera el entrenador en su nota.
“Los ataques al club me han herido profundamente”, prosigue el técnico, que asegura que es “un hombre honrado” cuyos “principios y valores” proceden de su familia y su educación.
El italiano, de 44 años, quiso dejar las cosas claras ante la polémica que generó su nombramiento entre la afición e, incluso, la Iglesia Anglicana, que este miércoles le dedicó una carta abierta firmada por el director de la catedral de Durham, Michael Sadgrove, en la que le pidió que “renuncie al fascismo”.
Di Canio expresó en otro comunicado el lunes que esas palabras con las que se proclamaba fascista, pronunciadas dentro de una extensa entrevista con una agencia de noticias italiana, fueron tergiversadas y sacadas de contexto, algo que volvió a repetir este miércoles.
“Creo que no tengo que seguir justificándome ante gente que no entiende esto, sin embargo sólo diré una cosa: no soy el hombre que intentan presentar”, afirma el entrenador en la nota emitida hoy.
Di Canio defiende además al Sunderland, un club “histórico, admirable y ético” que recibió en estos días “acusaciones maliciosas y personales” que le han “herido profundamente”.
El técnico cuenta con el apoyo del club inglés, que a través de su directora ejecutiva, Margaret Byrne, le defendió públicamente a principios de semana, si bien la afición mostró más reservas ante su nuevo entrenador.
La Asociación de Mineros de Durham (DMA, por sus siglas en inglés), ligada históricamente al equipo, llegó a describir su llegada al club como “una traición y desgracia para todos aquellos que pelearon y murieron en la lucha contra el fascismo”, mientras que la afición se mostró dividida en sus comentarios a la página web del club. EFE