Un 29 de junio, pero hace ocho años, en el Mundial de Sudáfrica, la Selección Paraguaya consiguió por primera vez en su historia derribar el muro de los octavos de final a costa de un disciplinado conjunto japonés y avanzar a su máximo tope en una cita ecuménica.
La Albirroja batalló contra los “samurais azules” durante 120 minutos, pero en este lapso interminable nadie pudo quebrar la estructura defensiva por lo que se debió recurrir a la infantante tanda de los penales para conocer al clasificado.
En esta instancia, la escuadra dirigida por Gerardo Martino fue más efectiva y consiguió la victoria gracias al decisivo penal convertido por Óscar Cardozo. El delantero, resistivo y vilipendiado sin justificación en la nación que lo vio nacer, se erigió también por primera vez en su héroe principal.
A los cuartos de final le rodea otra historia. Lo cierto que en esta justa mundialista se vio en su apogeo a una camada que supo exteriorizar y mantener durante un tiempo prolongado un nivel y temple deportivo capaz de competir de tú a tú a las máximas potencias.